viernes, 9 de octubre de 2009

Placeres minúsculos

Existen ciertos placeres morbosos, intrascendentes y minúsculos que desde su pequeñez evidencian la enorme vulgaridad de quien los lleva a cabo. Son placeres que por su esencia intrascendente, morbosa y minúscula, liberan efímeramente a quien los disfruta, pero con los que se gana , ipso facto et per secula seculorum, el destierro social y la apostatía de las buenas costumbres y la educación.

Todos hemos necesitado o necesitamos, de alguna manera y en algún momento dado, sentir el morbo, intrascendente y minúsculo de este tipo de placeres. Todos los hemos llevado o los seguimos llevando a cabo, a veces a escondidas, a veces inconcientemente o a veces involuntariamente, pero siempre con el riesgo de sufrir el escarnio y la repulsa del prójimo por la desconsideración cometida en contra de la otredad y por la irreverencia de facto a las buenas costumbres.

Ejemplos:

- Soplarle a la comida
- Sorber los líquidos
- Sacarse un moco
- Exprimirse un grano
- Rascarse un huevo (o una chichi, pa’l caso)
- Tirarse un pedo
- Blasfemar con jaculatorias.

Los seis primeros placeres (o marranadas, según se mire de aquí para allá o de allá para acá) yo mismo los he hecho, los haré y lo seguiré haciendo, lo acepto y me autodenuncio; aunque también debo decir que ahora los disfruto en soledad. No sé si eso me indulta de la excomunión de las buenas costumbres y me salva del destierro social; pero por favor, no me pidan que me abstenga de blasfemar con jaculatorias …es que se siente taaaaaaan rico.

2 comentarios:

Hluot Firthunands dijo...

El primero y el quinto no son placeres, son necesidades.
Ni mi lengua ni mi piel tienen que sufrir por las convenciones sociales.

Miranda Hooker dijo...

Yo tenía una amiga, bastante católica, que decía "¡Jesús del Huerto!" con más furia que un aficionado al futbol, en domingo de semifinal y marcador en contra.

Era un tierno placer escucharla blasfemar con tanta propiedad.