miércoles, 23 de septiembre de 2009

Efectos y defectos

x’ = – ax + ay
y’ = – xz + rx – y
z’ = xy – bz
En donde:
x’, y’, z’, representan las primeras derivadas en las variables x, y, z. a , b, y r son constantes, relacionadas con las condiciones climáticas; tales como presión, temperatura, etc.

Ahora sé que gracias a estas ecuaciones puedo explicarme porqué, si en un campo ganadero - en donde pastan alegremente unas vacas que producen litros y litros de leche y kilos y kilos de estiércol - un escarabajo estercolero deja de enterrar una bolita de esa caca para que sus larvas se la coman, la destruyan y la reciclen evitando así, al remover la tierra, el uso de vermicidas e insecticidas que destruyen la capa de ozono; un oso polar, muerto de insolación, asfixiado, calvo y ciego por los rayos ultravioletas que se cuelan por ese agujero sin ozono, verá, con pena y desesperación, cómo se funden los hielos de su querido Océano Ártico; lo que irremediablemente hará desaparecer, a unos 30 metros por debajo del mar, a toda la Isla de Aniwa, una de las 83 islas que forman parte de los 12 189 km2 del territorio de la República Parlamentaria de Vanuatu, en la Polinesia, nación con una población total de poco más de un cuarto de millón de habitantes, la cual verá seriamente afectados, por el decremento de la afluencia de los 197 000 turistas que la visitan anualmente, los únicos 996 millones de dólares de ingresos anuales que representan su PIB.

Efecto mariposa, les llaman a estas ecuaciones que muestran cómo es que en un sistema de caos, la más ligera perturbación de una condición hace que los efectos se amplifiquen y se genere un efecto considerablemente más grande.
Efecto mariposa, les llaman a estas ecuaciones que muestran porqué el aletear de una mariposa aquí puede generar una tormenta por allá.
Pero, digo yo, por eso de que en nuestro caos las perturbaciones en el sistema son tomadas siempre a la ligera y sus consecuencias ya están mas que bien visibles y amplificadas, no sería mejor llamarle, digo yo: Efecto estercolero.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Echa cuentas.

Si te pones a contar de uno en uno y suponiendo que te tardes un segundo en decir cada número (porque decir 999 999 - novecientos noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve-, toma tres segundos), ¿Tienes idea de cuánto tiempo te tomaría contar del 1 al 1 millón?

Piensa. Echa cuentas.
Tienes que contar hasta 1 000 000, de 1 en 1, segundo a segundo.

Piensa, echa cuentas. Un día tiene 86 400 segundos. Una semana tiene 604 800 segundos.

Contando de uno en uno las 24 horas del día, necesitarías poco más de 11 días para terminar.
¿Alguna vez te habías imaginado realmente cuánto es un millón?

Echa cuentas, y piensa por favor, en cuánto es 1 millón, mientras lees estas 4 noticias que aparecieron en distintos periódicos el mismo día.

La primera:
Desde su aparición, este año, la gripe A, en todo el mundo, ha afectado a cerca de 200 000 personas y se ha cobrado la vida de otras 2000 personas, todas ellas afectadas por alguna otra enfermedad crónica.
Según el banco de inversión JP Morgan, los laboratorios Glaxo y Novartis encargados de fabricar 340 millones de vacunas contra la gripe A, facturarán, por este concepto, alrededor de 800 millones de euros cada uno.

La segunda:
Un 30% de casos de malaria (paludismo) en niños africanos de menos de un año se podrían evitar con un fármaco cuyas tres dosis costarían menos de 0.35 dólares (.10 centavos de dólar por dosis), según el hospital Clinic de Barcelona.
En el mundo al año, mueren de malaria 3 millones de personas.
En África cada año, un niño muere cada treinta segundos por esta enfermedad.

La tercera:
Los ganaderos belgas, en protesta por los bajos precios de la leche, tiraron tres millones de litros de leche en un campo de cultivo.

La cuarta:
El Programa Mundial de Alimentos advirtió ayer que por primera vez en la historia, el número de hambrientos en el mundo superó los 1000 millones de personas.

Echa cuentas: Si te pones a contar de uno en uno y suponiendo que te tardas un segundo en decir cada número (porque decir 2 999 999 - dos millones novecientos noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve-, toma cuatro segundos), contar hasta 3 millones te tomaría poco más de un mes.
Echa cuentas: Suponiendo que cada número te tome un segundo en decirlo (porque decir 999 999 999 -novecientos noventa y nueve millones novecientos noventa y nueve mil novecientos noventa y nueve-, te lleva seis segundos) si te pones a contar de uno en uno del 1 al 800 000 000 o si cuentas del 1 al 1 000 000 000 ¿Cuánto tiempo necesitarías para terminar?

Echa cuentas:
Necesitarías más de 25 años para 800 millones y más de 31 años para 1000 millones. Son muchos ¿no?
Pero para 0.10 ¿Cuánto necesitas?

Hoy me siento muy triste, muy muy triste.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Ramadan Mubarak

“Dí: si todo el mar fuera tinta para las palabras de mi Sustentador, ciertamente se agotaría el mar antes de que las palabras de mi sustentador se agotaran. Y si así sería, aunque añadiéramos un mar tras otro”.
Corán, 18:109


Es Ramadán. Toca honrar a Al-lâh y Muhammad, su único profeta.

Muhammad representa al hombre en su plenitud, en su perfección.
Muhammad dice que solo hay Uno-Único, Al-lâh.

Muhammad vincula en su persona sin ningún tipo de fractura, lo cotidiano con el mundo sobrenatural. Es el cuerpo que contiene la palabra divina, que contiene la Revelación. Muhammad pide que cada uno reconozca la paz de Al-lâh latente en si mismos. No pide que se dé testimonio de aquello en lo que cada uno cree, sino que cada uno dé testimonio de cómo experimenta a Al-lâh en el mundo, para que cada ser humano establezca un vínculo que le permita vivir en Al-lâh directamente y sin limitaciones.

El Uno-Único, Al-láh, es creación continua, es acción pura, es aquello que lo mueve y lo sostiene todo, lo que todo transforma. El Uno-Único, Al-láh, es el vertebrador de todo lo que existe. Es la unidad que gobierna desde las profundidades de su perfección.

El Uno-Único, Al-láh, no tiene par, ni género, no engendra ni ha sido engendrado. No tiene principio ni fin. Es lo primero y lo último. Es lo oculto y lo manifiesto. Es la realidad en todos sus niveles.

El Uno-Único, Al-láh, no tiene asociado, ni puede ser asociado, por tanto, no puede ser simbolizado. Es indefinible, esta más allá y por encima de todo lo que se le atribuye. Incluso, de estas mismas definiciones. Es más sutil que las posibilidades del entendimiento a tal grado, que el mismo entendimiento queda desbordado ante su inmensidad. El Uno-Único, Al-lâh, se da a conocer a través de su creación y sólo puede ser intuido por la gran intuición primordial (rabb), que anida en cada ser humano. Rabb es Al-lâh dentro de cada ser. Sólo conociendo nuestro rabb nos acercamos a Al-lâh.

El Uno-Único, Al-làh, más allá del tiempo y del espacio, es la incógnita de nuestro presente rigiendo cada uno de nuestros instantes, es el implacable destino hacia el que nos encaminamos. El Uno-Único, Al-làh, hace posible a cada ser y lo conduce a la plenitud.

Sólo El Uno-Único, Al-lâh, es eterno. Sólo el Uno-Único, Al-lâh, trasciende.

Hay que invitar a cada uno de nosotros a dar testimonio de ello, dice Muhammad.

Es Ramadán, y tú, ¿Cómo experimentas tu Al-lâh?

viernes, 4 de septiembre de 2009

Impronta

Hola me llamo Enrique, nací el 8 de agosto.
Él se me acercó y me hizo la plática.
Me sorprendió.
Yo le contesté con monosílabos.

A mi me gustan las donas, a mis hermanos les gusta comer donas.
¿A ti te gusta comer donas?
A mi me gusta salir a la calle. A mí me dejan salir a la calle.
¿A ti te gusta salir a la calle?
A mi me gusta ver la televisión por la tarde.
¿A ti te gusta ver la televisión por la tarde?

Vivía amargado. Hacía mucho tiempo que me había desinteresado probar nuevos sabores. Aunque sí, por capricho, de vez en cuando a media mañana me comía una dona con un café.
Hace 9 o 10 años, sumido en una depresión post-divorcio, no me atraía nada salir a la calle. En mis ratos libres me la pasaba leyendo, dibujando, tocando el piano y viendo la televisión.

Yo ayudo a mi mamá
¿Tú ayudas a tu mamá?
A mi me gusta trabajar
¿A ti te gusta trabajar?

Hace 9 0 10 años yo salía a las 9 de la mañana para ir a trabajar.
Regresaba tarde. Mi vida era eso. Trabajar y estar en reclusión voluntaria en casa de mis padres, donde tenía que vivir.

A mi me gusta tener amigos
¿A ti te gusta tener amigos?

Yo andaba más solo que un perro sarnoso.
Él solía deambular por la calle, a eso de las 9 de la mañana, iba y venía.
Iba y venía muy atento a lo que pasaba en la calle.
Cuando alguien pasaba por la calle, él trataba de hacerle plática, pero la gente lo ignoraba o lo evitaba. Incluso mi madre y mi tía me aconsejaban evitarlo, por eso de que “uno nunca sabe”.

¿Qué tal? Yo dormí bien
¿Tú dormiste bien?
A mi me gusta el futbol
¿A ti te gusta el futbol?
A mi me gustaría jugar futbol
¿A ti te gustaría jugar futbol?

Dormía mal. Veía la televisión hasta las tantas. Me cobijaba con insomnios.
Lo mejor de mi vida era pararme a las seis de la mañana los sábados para ir a jugar futbol dos horas.

Hoy desayuné huevos
¿Tú desayunaste huevos?
Hoy me levanté temprano
¿Tú te levantaste temprano?

Empecé a salir más temprano para no llegar tarde al trabajo.
Sus pláticas me quitaban media hora todos los días.
Si ambos nos levantábamos temprano podíamos platicar media hora.
Fue un acuerdo tácito, no programado.
Por eso a las 8.30 de la mañana yo sabía que me lo encontraría parado enfrente del zaguán cuando sacara el coche.

En un mes será mi cumpleaños
¿En un mes será tu cumpleaños?

Él tendría entonces 18 o 20 años.

A mi me gusta salir de paseo
¿A ti te gusta salir de paseo?

Han pasado 9 o 10 años desde entonces.
Ahora vivo en Madrid.

Hola me llamo Enrique, nací el 8 de agosto.

Así me abordó en la calle hace unos 9 o 10 años este chico, mi vecino.

A mi me gusta tener amigos
¿A ti te gusta tener amigos?

A sus preguntas, todas, yo siempre le contestaba con monosílabos.
Él no pedía más y no necesitó más para dejar su impronta en mí.
Platicar con él era como ver mi imagen cóncava-convexa reflejada en un espejo.

Hola me llamo Enrique, nací el 8 de agosto.

Mi madre me dijo ayer que el vecino tontito había preguntado por mí.
Su comentario me encogió el corazón de rabia y ternura.

Sepan ustedes que yo también me llamo Enrique y que también nací un 8 de agosto.

Y tú, lector, lectora:
¿Cómo te llamas, cuándo naciste?

jueves, 3 de septiembre de 2009

De ida y vuelta

Con eso de que abrieron una nueva línea de metro, hace ya algún tiempo que cambié mi ruta para ir al trabajo. Esta ruta consiste en ir sorteando calles por un barrio de clase media que no es el mío.

Al tiempo, con este cambio de ruta, me he dado cuenta de cómo un mismo trayecto puede ser percibido de tan diferente manera si uno lo anda de ida o de vuelta. Es curioso, porque aunque el tema parece ser el mismo, la escenografía, la iluminación y los actores cambian si uno va o si uno viene y es curioso también cómo el mismo trayecto, la misma ruta, puede ser más o menos atractivo o repulsivo, si cambia algo en ellos.

Para mí, la ruta de ida que sigo cuando voy a mi trabajo, siempre me había parecido más alegre que el de vuelta. Tal vez sea porque de ida, el camino es cuesta abajo. Tal vez sea por eso. Sin embargo, ahora las cosas han cambiado.

Antes, como ahora, de ida, me encontraba a los niñitos amodorrados que se resistían ir a la guardería, y a sus madres apresuradas por dejarlos para irse corriendo a trabajar. Antes, como ahora, me encontraba a los trabajadores y las trabajadoras que a paso ligero se dirigían, como yo, al metro. Eso sigue igual, pero algo cambió, porque antes, de ida, me encontraba a una barrendera que siempre me saludaba y a la que admiraba por su actitud alegre y dispuesta. Ella siempre barriendo y recogiendo por la mañana hojas, basura y cacas de perro sin importarle el calor, la lluvia, el viento, el granizo o la nieve. Era muy agradable encontrarla y saludarla, porque el saludo te lo regresaba siempre con un comentario amable y positivo adornado con una sonrisa, y salvo el día en que le pregunté su nombre – Rebeca – y ella me preguntó el mió, nunca cruzamos otra cosa más que un saludo, un comentario y una sonrisa.

Ahora ya no está, la habrán asignado a otro lugar, espero que este bien. Es triste decirlo, pero hoy en día mi trayecto de ida, aunque es el mismo, ha cambiado, porque le falta “ese algo” que ella le daba.

En el trayecto de vuelta las cosas también han cambiado, y aunque han cambiado, por desgracia ahora me parece aún más pesado que antes. En el trayecto de vuelta, por la tarde, me encuentro a las trabajadoras y trabajadores cansados que regresan a sus casas, como yo, desandando cuesta arriba lo andado por la mañana. Por la tarde, la acera ya está llena de basura y cacas de perro, por eso de que los vecinos los sacan a cagar y no las recogen. De vuelta, por la tarde, me sigo encontrando al perrito bravucón al que pasea una adolescente con cara de aburrimiento y que le da tirones con desgano para que no muerda a la gente. Eso sigue igual. Sin embargo, el trayecto parece haber cambiado para mal, porque antes, de vuelta, me encontraba a un señor de unos 50 0 55 años, con Síndrome de Down, que parecía estar ahí muy tranquilo en la calle viendo la fachada de la casa en donde vivía o contemplando absorto la fronda de un árbol y de repente, así, sin más, intempestivamente, se ponía él solito a dar voces y gritos y a discutir:

- Yost un u ..¡gilipollas!... bnst tu…¡’ijo ‘e puta!...¡…trag un estfg… ¡maricón! …ya vres conm… ¡que te follen!...serj entons un… ¡ a tomar por culo!

Así, él sólo, muy cabreado, arguía sepa dios con quién qué tantas cosas, vociferando palabrotas tan cabreado que a todos los que pasamos por ahí nos metía mucho miedo.

Ahora este señor ya no está. Era él el único que hacía menos pesado mi trayecto de vuelta por la tarde. Lo hacía menos pesado porque me divertía verlo enojado, discutiendo mil cosas con sus fantasmas interiores; y porque me hacía pensar el trayecto de ida y vuelta que seguirían sus pensamientos, o el porqué alguien habría trazado en la mente de este hombre, una ruta mental de tanta hostilidad.

Ahora ya no está, ya no lo he visto, espero que esté bien y debo decir, que mi trayecto de vuelta, aunque sigue siendo el mismo, me es todavía aún más pesado cuesta arriba, por la ausencia de “ese algo” que este señor le daba.