viernes, 23 de octubre de 2009

Cosas que se escuchan...

a: No te parece increíble, macho, que con tan solo seis elementos químicos y sus infinitas combinaciones se haya formado la vida en la tierra...

b: Sí, sí; o que con tan solo siete notas y sus bemoles se puedan crear una cantidad infinita de canciones...

c: Sí, tron, pero a mí lo que verdaderamente me flipa tío, es la cantidad de infinito placer que te puede proporcionar una sola mano.

lunes, 19 de octubre de 2009

Una truculenta historia

Esta es la historia de una historia truculenta.

Si tienen paciencia, lean esta truculenta historia. Es tan truculenta que se trata de calendarios, ciclos vitales, astronomía, astrología, deseos, muertes, hurtos, secretos, osadías, engaños, amores, fratricidios, resurrectos, estrellas, lunas, equinoccios, diosas defenestradas, concilios, fórmulas, cálculos, danzas árabes y hasta de una fecha movible como fundamento de fe.

Mi intención aquí es abreviar esta truculenta historia milenaria. Pero si ustedes leen y leen y leen y siguen leyendo y ven que su tiempo se les escurre sin sacar nada provechoso, pueden dejar de leer esta entrada; pues aunque esta sea la historia de una historia truculenta que ha paralizado a medio mundo, por unos días, desde tiempos inmemorables; no se preocupen, que no pasa nada, que nada en sus vidas cambiará si la leen o la dejan de leer.

Corre y se va corriendo…

Esta es la historia de una historia truculenta, que hay paralizado a medio mundo, por unos días, desde tiempos inmemorables.

Calendarios los ha habido unos más precisos que otros. Unos siguen vigentes y otros fueron desechados. Hoy en día tienen vigencia los calendarios budista, chino, hebreo, hindú, musulmán y persa. Nosotros nos regimos por el calendario gregoriano que fue creado a imagen y semejanza de la fe cristiana. Están en desuso el maya, el ático, el egipcio, el griego, el hispánico, el inca, el irlandés, el juliano, el romano y el anglo-sajón; y fallaron en su intentona de politizar los días, los meses y los años: el republicano francés, el revolucionario soviético y el sueco. También se propuso uno patafísico, pero esa fue una excepción, por supuesto.

En fin, los calendarios más antiguos que se conocen se hacían tallando marquitas en los huesos de los animales según se observaban los movimientos de la luna, del sol y de las estrellas. Los calendarios fueron mejorando conforme esos movimientos se fueron asociando con los tiempos terrestres y los ciclos vitales de plantas y animales.

Así pues, todos los calendarios en su origen tenían un único y último propósito: todos tenían que determinar cuándo las noches se empiezan a hacer más cortas y los días más largos ( y viceversa); y a la vez, todos tenían que señalar con más o menos exactitud cuándo la tierra dejaba de ser fecunda o cuándo empezaba a ser fértil.

En la Antigua Babilonia, en donde eran extraordinarios para la astronomía gracias a sus cálculos sexagesimales, para delimitar los ciclos de fecundidad y fertilidad, se inventaron un calendario de dos estaciones, la del verano y la del invierno; y además, para quitarle lo desabrido a sus cálculos matemáticos y darle un poco de sabor a sus descubrimientos, se inventaron un truculenta historia para explicar el porqué las flores se secaban en esta o en aquella temporada o porqué los burros rebuznaban con más ahínco en una época determinada del año.

Esta historia truculenta, es la historia de Ishtar.

Ishtar, Venus pa’ los cuates, era señora del firmamento, diosa del amor, del sexo, de la fertilidad y de la guerra. Ishtar era hija de Nannar, la Luna, y de Sin, dios de la Luna; era hermana gemela de Shamash y hermana menor de Ereshkigal, diosa del inframundo. Ishtar era esposa de Tammuz, su hermano.
Cuando muere Tammuz, Ishtar, en su desesperación por devolverle la vida a su amado esposo-hermano, decide robarle los secretos de la vida y de la muerte a su hermana Ereshkigal, señora del inframundo.
Sin embargo Ishtar, para llegar hasta donde reina su hermana, necesita cruzar los siete vestíbulos que conducen hasta el inframundo. Para tal propósito, se pone sus mejores galas - que la envestían de poder- y precavida, deja instrucciones a uno de sus sirvientes para que la vaya rescatar si no vuelve. Acto seguido se va muy envalentonada a buscar los secretos de la vida y la muerte, bien decidida a cruzar los siete vestíbulos del inframundo. Desafortunadamente Ishtar ha subestimado la perspicacia de su hermana Ereshkigal y ésta, con trucos y engaños, logra hacer que Ishtar, según va cruzando cada una de esas siete puertas del inframundo, se quite una a una sus poderosas prendas. Al final, Ishtar llega desnuda e indefensa hasta Ereshkigal quien la mata y la cuelga de un clavo (sic).

Como Ishtar era la señora de la fertilidad, el sexo y la vida, a su muerte, la tierra nota su ausencia y empieza a languidecer, a secarse y a morir. Ante este panorama, su fiel sirviente Papsukal - ese al que Ishtar había dejado el encarguito de irla a buscar al inframundo si no regresaba después de algún tiempo -, en vez de ir tras ella hasta tan inhóspito lugar -de tarugo-, pide ayuda a los dioses para que busquen la manera de que Ereshkigal descuelgue a Ishtar del clavo y la devuelva con vida a la tierra. Finalmente, con su mediación, los dioses logran convencer a Ereshkigal de regresar a Ishtar a la vida; pero Ereshkigal, rejega, les impone a todos una condición: si Ishtar quiere regresar a la vida, Tammuz tendrá que vivir en el reino de los muertos durante seis meses al año; tiempo en que Ishtar, en la tierra, llorará y lamentará desconsoladamente el frío de su ausencia; pasado ese tiempo, Tammuz podrá revivir y volver temporalmente a la tierra por otros seis meses; tiempo en que regresará a vivir con Ishtar para hacerla sentir muy pero muy profundamente su fecunda e incestuosa relación. Al término de estos seis fogosos meses de abundante y divina fertilización, Tammuz deberá regresar por otros seis meses al inframundo y continuar así, año tras año, su ciclo de muerte y resurrección.
Jodiéndose Tammuz al tener que ir y venir semestralmente de la muerte a los coitos, sobra decir que Ishtar ni chistó ni mistó en aceptar las condiciones de su regreso a la tierra y a la vida.
En el calendario Babilonio, como es de suponer, los seis meses de ausencia de Tammuz correspondían al periodo otoño-invierno y los de la fecunda felicidad de Ishtar, al periodo primavera-verano.

Pero esta historia de la historia truculenta, que ha paralizado a medio mundo, por unos días, desde tiempos inmemorables, no termina aquí.

Esta historia por truculenta que parezca tomó más o menos cartas de naturalización en otras culturas y civilizaciones Indoeuropeas. Ishtar se convirtió poco a poco en otras diosas no menos importantes como Inanna, para los sumerios, Astaroth para los israelitas, Astarté para los fenicios, Anahit para los armenios, Astoret para los cananeos, Afrodita para los griegos, Ast –Isis en griego- para los egipcios, Venus para los romanos y Freya para los anglosajones.

Todas ellas estaban identificadas con el planeta “Venus vespertino” – digo “Venus vespertino” porque muy antes no se sabía que Venus era el mismo planeta que se veía tanto por la tarde como por la mañana, durante el amanecer y la puesta del sol-. Así pues, por paralelismo y asociación, muchas de estas diosas-Venus se impregnaron de otra historia de cielos y firmamentos. La historia de una deidad del Rig Veda: Ushás. Esta deidad era un poco exaltada. Era hermana del sol, joven bella, que montaba una cuadriga a través del cielo en las mañanas. Ella se encargaba de despertar a los pájaros y de ahuyentar a los malos espíritus. Ushás dio nacimiento a la diosa hindú Aruna, a la griega Eos, a la romana Aurora y a la anglosajona Eoster. Diosas-Venus-Auroras ellas, creadoras de las estrellas, de las mañanas y los amaneceres.

Todas estas poderosas diosas, de alguna manera y cada una a su estilo, señalaban los mismos momentos en el firmamento. La aurora, la salida y puesta de Venus, la salida del Sol, la aparición de la luna llena y el equinoccio de primavera. Y todas ellas, de alguna manera y cada una a su estilo, regeneraban los ciclos vitales de la tierra, fecundándolos.

Durante muchísimo tiempo, cuándo los calendarios marcaban el equinoccio de primavera, momento en que los días igualan en duración a las noches, momento en el que Tammuz volvía con Ishtar, Baal con Astoret, Adonis con Afrodita, Isis encontraba a Osiris y Freya a Odur, los pueblos indoeuropeos solían festejarlo con una gran celebración.
Estas fiestas iniciaban en la primera noche de plenilunio después del equinoccio de primavera y duraban en promedio siete noches y siete días. Los hombres y mujeres se dedicaban a festejarlo promiscuamente con fiestas de sacrificios, comilonas, vinos y lujuria. Así agradecían los pueblos a sus diosas el paso del invierno a la primavera, la resurrección a la vida con la promesa de la fecundidad y la abundancia y el reinicio de los ciclos vitales en la tierra.

La fuerza de Ishtar y sus posteriores metamorfosis, aún perduran en nuestro inconciente colectivo. Ishtar vive, por ejemplo, en las palabras como star, stern, Esther, stella, constelación, etoile, estrella; o viernes, vendredi, Friday, Freitag días consagrados a Venus y a Freya; en las palabras Este, East, que es por donde salen Aurora, Eos, Eoster y Ushas. Esta misma deidad Sajona, Eoster, da sentido al “Easter”, la Pascua, que se celebra el primer domingo de plenilunio después del equinoccio de primavera. Isthar afrodisíaca como la Afrodita que es, y aún a pesar de ser despojada de sus velos y joyas y de quedar vulnerable en su desnudez frente a la muerte, por la pasión y determinación con que cruzó los siete vestíbulos del inframundo para a buscar a su marido, Isthar dio origen a la danza árabe de “los siete velos”.

Pero si creen que todo lo dicho es lo truculento de la truculenta historia se equivocan. Lo truculento empieza ahora.
A la llegada del cristianismo, por bulas y concilios, por lo civil o por lo penal, por imposición o inquisición, la Virgen María sustituyó a muchas de esas diosas milenarias de la fertilidad, las cuales quedaron ignominiosamente reducidas a meras advocaciones suyas - si se cuadraban a la fecundidad- o a diablesas o prostitutas - si se significaban por la sexualidad-, y el festejo de las bacanales y los carnavales y la resurrección de los amantes, quedaron debidamente oficializados a la cuaresma y la Semana Santa.

Sin embargo, lo verdaderamente truculento de la truculenta historia es ver cómo establece la curia cristiana el día en que cae su Pascua. Cómo deciden, año tras año, después del 21 de marzo - fecha establecida por concilio como el día en que ocurre el equinoccio de primavera - cuándo se debe celebrar el día más importante para los cristianos. Lo truculento de la historia es la necesidad de imponerse a milenios de historia, cultura y humanidad, para fijar, at ovum, como una fecha de su propiedad, en un calendario establecido por ellos mismos, una celebración que se ha venido haciendo desde tiempos inmemorables y que por su importancia, ha paralizado a medio mundo desde entonces: la llegada de la primavera. Lo truculento es ver como la curia calcula y fija a voluntad, oficial y retorcidamente, para hacer coincidir con esta fecha, los días de la cuaresma y la resurrección de Cristo, el evento más importante de la fe cristiana.

Para el cálculo hay que establecer unas premisas iniciales*:
La Pascua ha de caer en domingo.
Este domingo ha de ser el siguiente al
plenilunio pascual (la primera luna llena de la primavera boreal). Si esta fecha cayese en domingo, la Pascua se trasladará al domingo siguiente para evitar la coincidencia con la Pascua judía.
La luna pascual es aquella cuyo plenilunio tiene lugar en el
equinoccio de primavera (vernal) del hemisferio norte (de otoño en el sur) o inmediatamente después.
Este
equinoccio tiene lugar el 21 de marzo.
Llamamos
epacta a la edad lunar. En concreto nos interesa para este cálculo la epacta del año, la diferencia en días que el año solar excede al año lunar. O dicho más fácilmente, el día del ciclo lunar en que está la Luna el 1 de enero del año cuya Pascua estamos calculando. Este número —como es lógico— varía entre 0 y 29.
Antes de proseguir es preciso dejar claro que en términos astronómicos, el equinoccio puede tener lugar el 20 o el 19 de marzo, si bien en el
calendario gregoriano se establecen unas fechas astronómicas que, aún difiriendo ligeramente de las fechas astronómicas reales, son las que se emplean para el cálculo.
Así las cosas, queda claro que la Pascua de Resurrección no puede ser antes del
22 de marzo (en caso de que el 21 y plenilunio fuese sábado), y tampoco puede ser más tarde del 25 de abril, (suponiendo que el 21 de marzo fuese el día siguiente al plenilunio, habría que esperar una lunación completa (29 días) para llegar al siguiente plenilunio, que sería el 18 de abril, el cual, si cayese en domingo, desplazaría la Pascua una semana para evitar la coincidencia con la pascua judía, quedando: 18 + 7 el 25 de abril)

Hoy en día la fórmula más sencilla de calcular esta fecha es mediante la fórmula desarrollada por el matemático
Gauss.

Definamos 5 variables, a, b, c, d, y e. Además de dos constantes M y N, que para los años comprendidos entre
1900 y 2100 tomarán los valores 24 y 5 respectivamente. Llamaremos A al año del que queremos calcular la Pascua.

Cálculo:

a es el
resto de la división , o técnicamente según la Aritmética modular diríamos ,
b es el
resto de la división ,
c es el
resto de la división ,
d es el
resto de la división ,
e es el
resto de la división .

Si d + e <> 9), caerá en el día (d + e − 9) de abril.
Existen dos excepciones a tener en cuenta:
Si la fecha obtenida es el 26 de abril, entonces la Pascua caerá en el 19 de abril.
Si la fecha obtenida es el 25 de abril, con d = 28, e = 6 y a > 10, entonces la Pascua caerá en el 18 de abril.

Los valores de M y N para años anteriores a 1900 o posteriores a 2100 pueden obtenerse de la tabla siguiente:
Años
M N
1583-1699 22 2
1700-1799 23 3
1800-1899 23 4
1900-2099 24 5
2100-2199 24 6
2200-2299 25 0
Ejemplo
Para comprobar la fórmula, calcularemos la fecha del domingo de Resurrección del año 2007
A = 2007
M = 24
N = 5

a = resto de la división:
2007
19
=12
b = resto de la división:
2007
4
= 3
c = resto de la división:
2007
7
=5
d = resto de de la división:
19*12+24
30
= 12
e = resto de de la división
2*3+4*5+6*12+5
7
= 5

Como "d" + "e" = 17 > 9, habremos de utilizar la segunda de las fórmulas (la correspondiente a abril), la cual da como resultado 8.
El domingo 8 de abril de 2007 es domingo de Resurrección.

*(Tomado es.wikipedia.org/wiki/Computus, a saber).

jueves, 15 de octubre de 2009

Un poquito de por favor.

Es evidente que sufrimos una crisis devastadora de valores.
No sé si la defensa a ultranza del individualismo y la permisibilidad de comportamientos, otrora considerados impúdicos y hoy en día tomados como psicológicamente sanos, deben ser invariablemente respetados por íntimos y personales. ¿Hasta dónde se puede o se debe transigir con esas nuevas manifestaciones del comportamiento? ¿Hasta dónde se deben tolerar esos comportamientos sin ayudar a reafirmar los valores caducos de una sociedad reaccionaria y moralista? ¿En dónde están los límites y las fronteras? ¿Cabe preguntar si ir a contra las tradiciones y las buenas costumbres es ir necesariamente pro natura? Pero ¿cabe también preguntar, si ir a favor de ellas es obligadamente necesario para sustanciar nuestra esencia?¿Qué marca los límites de esos nuevos apetitos de la líbidio que nos redefinen en nuestras relaciones personales?¿La moral?¿La naturaleza?¿La psique?¿La sociedad?¿Será que no son tan malos los límites que nos impone nuestra senecta moralidad?¿Será que debemos aceptar que la sinergia de la fe en la pecunia, la cultura del arribismo, la ciencia del poder y la tecnología para el consumo irán modificando irreversiblemente la naturaleza de todos los impulsos naturales básicos?¿ Es ello razón suficiente y justificada para tener que aceptar la violencia sexual y la transgresión a géneros y especies?
¿Qué o quién pone los límites?
¿Podemos confiar en la naturaleza, si la naturaleza está cada vez más dañada?
¿Basta el Derecho para mediar en estos aspectos?
¿Necesitamos una contracultura que nos redefina a todos?¿Necesitamos retomar los principios básicos de convivencia?
Yo ya no sé que pensar, ni que nos está pasando. Hasta donde vamos a llegar.
Ya no hay moral, ya no hay decencia.

viernes, 9 de octubre de 2009

Placeres minúsculos

Existen ciertos placeres morbosos, intrascendentes y minúsculos que desde su pequeñez evidencian la enorme vulgaridad de quien los lleva a cabo. Son placeres que por su esencia intrascendente, morbosa y minúscula, liberan efímeramente a quien los disfruta, pero con los que se gana , ipso facto et per secula seculorum, el destierro social y la apostatía de las buenas costumbres y la educación.

Todos hemos necesitado o necesitamos, de alguna manera y en algún momento dado, sentir el morbo, intrascendente y minúsculo de este tipo de placeres. Todos los hemos llevado o los seguimos llevando a cabo, a veces a escondidas, a veces inconcientemente o a veces involuntariamente, pero siempre con el riesgo de sufrir el escarnio y la repulsa del prójimo por la desconsideración cometida en contra de la otredad y por la irreverencia de facto a las buenas costumbres.

Ejemplos:

- Soplarle a la comida
- Sorber los líquidos
- Sacarse un moco
- Exprimirse un grano
- Rascarse un huevo (o una chichi, pa’l caso)
- Tirarse un pedo
- Blasfemar con jaculatorias.

Los seis primeros placeres (o marranadas, según se mire de aquí para allá o de allá para acá) yo mismo los he hecho, los haré y lo seguiré haciendo, lo acepto y me autodenuncio; aunque también debo decir que ahora los disfruto en soledad. No sé si eso me indulta de la excomunión de las buenas costumbres y me salva del destierro social; pero por favor, no me pidan que me abstenga de blasfemar con jaculatorias …es que se siente taaaaaaan rico.

lunes, 5 de octubre de 2009

Lilit

"Las chicas buenas van al cielo, la malas a donde ellas quieren".

Es poco sabido que Adán tuvo una mujer antes que Eva. Sin embrago, según el Génesis en la Biblia, Dios creo al hombre y a la mujer al mismo tiempo:

1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

Se llamaba Lilit. Fue la primera mujer de Adán.
No sé como sería Eva; pero, Lilit era un forro. Tenía el pelo rizado, largo como manto y rojo, era hermosa, guapa y voluptuosa, con una piel suavísima.

Lilit no dió hijos a Adán, porque según dicen las malas lenguas de la literatura, a Lilit no le gustaba como lo hacía Adán y lo abandonó:

“Adán y Lilit nunca hallaron armonía juntos, pues cuando él deseaba tener relaciones sexuales con ella, Lilit se sentía ofendida por la postura acostada que él le exigía. «¿Por qué he de acostarme debajo de ti? —preguntaba—: yo también fui hecha con polvo, y por lo tanto soy tu igual». Como Adán trató de obligarla a obedecer, Lilit, encolerizada, pronunció el nombre mágico de Dios, se elevó por los aires y lo abandonó.”

Por eso, Dios, viendo el tremendo error de haber hecho al hombre y a la mujer del mismo polvo, decide tomar cartas en el asunto y le presenta a Adán algunas hembritas del paraíso, para ver si así se reivindicaba:

2:18 Dijo luego el Señor Dios: "No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada".
2:19 Y el Señor Dios formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera.
2:20 El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró una ayuda adecuada.

O sea que Adán, a seis días después de su creación, no se "ayudaba adecuadamente" ni con las aves del cielo, ni con las gallinas, ni con las vacas, ni con las ovejas, ni con ninguna hembra que Dios le ponía enfrente.

Pero como Dios es dios, según dicen los musulmanes, se ingenió otra solución;

2:21 Entonces el Señor Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne.
2:22 De la costilla que el Señor Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre.
2:23 Entonces éste exclamó: "Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada."
2:25 Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro.
3:16 A la mujer le dijo: "Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará.


Ahora sí, Adán ya no tenía nada por qué preocuparse, dado que su sumisa esposa, Eva, no podía quejarse, por mandato divino, si su esposo se lo quería hacer encima, al lado, parado, hincado o de perrito, como ya Adán se lo había hecho al resto de las hembras de la creación:


Lilit, por su parte, salió del Edén por voluntad propia y se fue a las orillas del Mar Rojo. La tradición judía dice que a Lilit le gustaba mucho el semen de los hombres. Que siempre estaba preñada y pariendo. Dios mandó a tres ángeles a buscarla, pero ella volvió a negarse y el cielo la castigó haciendo que muriesen cien de sus hijos al día. Ella se reveló contra el matrimonio, contra los hijos y se declaró partidaria del deseo proscrito y el desacato. Lilit bajó a las profundidades de la tierra para entregarse a los demonios que ahí vivían. Allí se entregó a la lujuria, pariendo seres cubiertos de pelos. Lilit se hizo la amante de Asmodeo, señor de los demonios, el mismo señor que disfrazado de serpiente, tentó a Eva en el paraíso.


Lilit es negada o señalada por las religiones abrahamicas, porque Lilit pretendió ocupar el lugar que le correspondía a Adán. Lilit quiso ocupar el lugar que le correspondía a su hombre. Lilit exigió el mismo derecho, argumentando el mismo origen que el varón. Ambos provenían del polvo y en polvo se convertirían. Lilit, en un acto de soberbia imperdonable, encolerizada, innvocó a Dios, transgredió los límites impuestos a las mujeres por el creador y abrió las puertas a lo prohibido, rompiendo el orden divino de las cosas. Lilit abandonó el paraíso por su propia voluntad, no como Eva, no como Adán, que los corrieron, que se fueron llorando y arrepentidos, condenados a sufrir por querer saber más, por querer robar el conocimiento del bien y del mal. Lilit dejó el paraíso por pasión, y lo rechazó una vez más después, por no querer someterse ni a los hombres ni a Dios, por defender el lugar que ella se merecía. Por eso se convirtió en una apátrida, en una extraña, en una exiliada.


A Lilit desde entonces se le asocia con los entes femeninos de la noche, con las lechuzas, los súcubos, las dianas, las serpentinas, las liamas, las nereidas, las ondinas, con Hécate; y se le representa como una seductora de piel de seda, de pelo rizado y rojo, hermosa, guapa, voluptuosa, enigmática, siniestra, perversa, a medio camino entre lo humano y la bestia, un demonio fascinante, que en las noches, sentada en la concavidad de la luna, inspira a los artistas .


Lilit es una diablesa segura de si misma, contundente, espontánea, independiente, libre, indómita, impetuosa que se le acusa de dejarse llevar por la pasión y de estar rodeada por un halo de misterio, de transgresión, de oposición, de malignidad, de peligro, de rebeldía, por haber abandonado el paraíso por su propia voluntad y por haberse rebelado contra el rol que tenía asignado, plantándole cara a su marido y la mismísimo creador. Lilit, sin embargo, es envidiada en silencio por su frescura, su espontaneidad, su independencia, por su libertad y su autenticidad, por su capacidad de excitar, de tentar y de ser deseada.


Lilit hoy en día nos recuerda a la noche, a nuestros puntos oscuros, nuestro deseo de independencia y de autonomía. Nos recuerda nuestro deseo de vivir libremente nuestros impulsos, nuestros deseos, nuestra líbido. Lilit vive entre nosotros como ese demonio anterior a la humanidad moralista y limitadora del impulso femenino. Lilit nos recuerda el ansia de un demonio femenino encadenado, que ahora vive envilesido por una cultura autoritaria, patriarcal y machista. Lilit vive entre nosotros recordándonos la voluptuosidad de nuestro ser abisal, intuitivo, intencional, tanático y vitalista, recordándonos nuestro sentido de autopertenencia y recordándonos también nuestro ser latente, no penitente, actuando desde sus propias profundidades.
Lilit nos permite revalorar lo femenino, recordándonos a las diosas lunares, diosas de cuando el nacimiento y la gestación no estaban asociados a la cópula y eran considerados el misterio de los misterios. Lilit nos recuerda ese orden no patriarcal, en donde las relaciones hombre-mujer seguían una pauta más natural. Lilit nos recuerda los atavismos de cuando regía el curso de la vida, germinando desde lo femenino. Cuando no se escribían biblias judeo-cristianas y cuando Lilit vivía libre como diosa madre, babilonia, sin pecado concebida.


Epílogo:
Adán y Eva fueron expulsados del paraíso por comer el fruto prohibido del conocimiento del bien y del mal.
Adán vivió 930 años.
De Eva, tras su expulsión del paraíso, solo se sabe que fue madre de Caín (poniéndole los cuernos a Adán con Samael), de Abel, de Set y de un montón de críos sin nombre. Estuvo separada de Adán durante un año. Se supone que vivió tanto como Adán por la numerosa prole que dejó.

Todos sufrimos y los recordamos por su tontería.
Lilit sigue siendo, por decisión propia , la diosa y dueña del semen que todos los hombres derramamos durante nuestros sueños mojados.

viernes, 2 de octubre de 2009

YHWH en Yom Kippur

El fin de semana pasado fue Yom Kippur.
El Yom Kippur es el día más importante para los Judíos. El día de Yom Kippur ocurre el décimo día del mes Tishri, que es el primer mes del calendario civil judío o el séptimo mes del calendario eclesiástico judío. Ambos meses – el Tishri civil o el Tishri eclesiástico, que a final de cuentas son el mismo- caen habitualmente en otoño y equivalen a la temporada de septiembre–octubre en el calendario gregoriano.

Yom Kippur significa algo así como “el día de la reparación” o “de la reconciliación” con lo que queda bastante explicado en qué consiste la celebración. Este día está reservado para reparar los daños causados en las relaciones personales durante el año recién finalizado. Este día representa la última llamada, la última oportunidad para demostrar arrepentimiento, para cambiar pareceres y juicios y para hacer las paces personales. Demostrar arrepentimiento, cambiar juicios y pareceres y hacer las paces personales con Dios, claro está, no con las demás. Para hacer las pases con los demás, es necesario aclarar las ofensas en lo posible y buscar la reconciliación con el ofendido antes de la celebración del Yom Kippur.

No sé si ese día algún judío se reconcilie de corazón y perdone ofensas a su prójimo, pero con Dios hay que reconciliarse siempre, porque con el Dios de los judíos hay que estar siempre en buenos términos.

Para estar bien con el Dios de los judíos, - cuyo nombre no se debe pronunciar jamás y se refleja en el tetragrama, YHWH- hay que observar, guardar y no negar en lo fundamental estas trece sencillas afirmaciones:

1.- Dios creo a todas las criaturas y Él y solamente Él creó, crea y creará todo lo habido y por haber.
2.- Sólo existe un solo Dios y solamente Él es el Dios de los judíos por toda la eternidad. No existe ningún otro Dios y no se da ningún tipo de multiplicidad en Dios.
3.- El Dios de los judíos no tiene forma física ni se le puede comparar con nada.
4.- Dios es el primer y último ser.
5.- Solo hay una forma de rezar a Dios. Los judíos no aceptan intermediarios en el rezo, como lo hacen otras religiones.
6.- Todas las palabras de los profetas recogidas en la Biblia hebrea, Torah, son verdad.
7. La profecía de Moisés, su maestro, el más grande de los profetas habidos y por venir, es verdad.
8.- El Torah que fue transmitida por Moisés, su maestro, es verdad y permanece inmutable hasta nuestros días.
9.- La Torah no será cambiada, no habrá otra Torah de su Creador.
10.- Dios sabe todas las andanzas y los pensamientos de los hombres. Nadie puede ocultárselos.
11.- Dios recompensa a quienes siguen y observan sus mandamientos y castiga a quienes los violan.
12.- Esperan la llegada del Mesías. No importa qué tanto tiempo habrá que esperar, si es mucho o poco, habrá que seguir esperando hasta su llegada.
13. Habrá una resurrección de la muerte al final de los días.

Con el Dios de los judíos hay que estar siempre en buenos términos. El Dios de los judíos es omnipresente, omnisciente, omnipotente y si no se le traiciona omnibenevolente. La relación con Él es personal: el creyente tiene una relación con Él y Él con su fiel. No hay intermediarios. Se le puede buscar para pedirle ayuda, protección, orientación y consuelo e incluso, algún milagro. Él responderá a las plegarias según su criterio y de acuerdo con la fidelidad del solicitante. Sus actos son inescrutables, incuestionables e inapelables. Si se le traiciona o se le desobedece es impredecible e implacable con sus castigos. Perdona pero no olvida. Hay que temer a su ira siempre.

Por eso, para poder reconciliarse con su Dios, durante el Yom Kuppur, un judío ayuna durante 25 horas: no bebe, ni come, ni fornica. No se baña, ni se lava, ni se peripone, o sea fuera maquillajes, perfumes y desodorantes. En Yom Kippur, ya si de a tiro el judío es muy ortodoxo, tampoco usa zapatos de piel. Eso sí, si estas restricciones pudieran representar una amenaza para la salud de creyente, les son eximidas. De hecho a los niños de menos de nueve años, a las mujeres embarazadas y personas con alguna enfermedad crónica o aguda, se les prohíbe ayunar. Sobre los hipocondríacos no sé nada. Supongo que sobre ellos deciden los rabinos.
Ese día sagrado, los judíos se la pasan todo el día en la Sinagoga, siguiendo la pauta que les marcan una serie de ritos y rituales muy interesantes, en los que por falta de espacio, pero sobre todo debido a mi mucha ignorancia, no voy a abundar aquí. También llevan a cabo una comida con contenidos simbólicos muy profundos, que ignoro también -ya ven así soy yo, tan dado a hablar de cosas de las que no se ni “pi”. Sin embargo, todo esto de la falta de aseo, lo del ayuno y la constricción de la carne, es bastante llevadero por los judíos durante el Yom Kippur. Lo realmente insufrible para ellos es que en ese día sagrado no trabaja nadie, ni nadie quiere trabajar, y lo peor de todo, es que encima, les está rotundamente prohibido manipular el dinero.
Así de importante es para los judíos el Yom Kippur.
Desde aquí, un abrazo a mis amigos judíos que me enseñaron estas y otras muchas cosas muy bellas.