jueves, 29 de marzo de 2012

Tiempos...

Me explicaba mi amiga María Menal, anticuaria, que un objeto puede ser considerado una antigüedad si tiene al menos 50 años.

Sin embargo, mi hijo, de tres años, en lo que se refiere a dataciones, es más riguroso al respecto.

Doy fe de ello, sean testigos.

Es de mañana. Se para frente al televisor.  Ve una cápsula informativa..."Así éramos hace 100 años: los parques de atracciones". Se pone ahí y ve toda la cápsula informativa, tres minutos, de pe a pa, paradito calladito. Ve, observa, cómo eran los parques de atracciones en España hace 100, 75, 50, 25 años...

Termina la cápsula. Se queda en silencio, calladito, pensando...yo lo miro, lo observo. Él de pronto, se voltea y me dice:

- Esos son los hombres "prehicóricos" ¿no, papá?

martes, 27 de marzo de 2012

Escala

Contigo en Mí...
Do-y
Re-cibo
Sol, luz, luna,
estrellas, dicha.

Contigo en mí
La-vida
Es Fá-cil
En Sí.

jueves, 15 de marzo de 2012

Sombras y espacios

Se revuelve el tiempo en su propio paso,
siempre nos empuja hacia adelante;
aunque a veces nos sorprende,
cazador furtivo, por detrás.

Se revuelve el tiempo en su propio paso,
y en ese andar su desandar
nos remite, de repente,   
a otros pagos lejanos y olvidados.

Tiempo y espacio, separados,
son como sombras de universos;
pero cuando son uno solo,
son luz, claridad,
fotones de memoria,
recuerdos liberados.

Se revuelve el tiempo en su propio paso.
Nos proyecta sin querer a los espacios.
Tiempo y espacio son sombras,
que sólo existen si uno le da su luz.

Así siempre lo he pensado,
porque así siempre lo he sentido.

Con el sol tocándome la espalda,
pensando en presente,
y a la vez, en pasado,
como muchas muchas otras veces
voy andando por la calle despacio.

Camino y sigo a mi sombra.
Camina ella alargada junto a la de mi hijo.
Juegan las sombras, se divierte el niño.

Y veo esas dos sombras tomadas de la mano,
una caminando pausada, la otra, dando saltos;
y esas sombras me llevan de nuevo
a otro lugar, a otro mundo,
a ese pago de recuerdos, de imaginarios,
en otro tiempo, en otro espacio,
que se vuelven, como siempre, dentro de mí,  
tetradimensionados.

Y esas sombras me devuelven a aquel lugar,
en donde seguir una sombra era el juego,
y en donde la magia del juego
no era más que encontrarse a uno mismo
como ente como ser, en un espacio 
plano, oscuro y unidimensionado.

Y ese tiempo revuelto en magia,
ese espacio de recuerdos e imaginarios,
me devuelven a los sitios
en donde mi sombra jugaba a que la buscara
escondiéndose detrás de otra sombra
o al lugar en donde esa sombra
jugaba a librarse de mí,
huyendo de la luz, porque entonces la luz,
no era todavía, ni fotones de memoria,
ni recuerdos liberados.

Este tiempo revuelto entre una, dos, tres
y cuatro dimensiones,
me devuelve a ese espacio ingenuo, tierno,
sencillo infantil adimenisonado,
en donde mi sombra caminaba, se escondía,  
y jugaba a dar saltos junto a la sombras
de mi padre, de mi abuelo o de mi hermano.

He caminado muchas veces con mi sombra,
pero nada ha sido igual, como andar y jugar
por la calles y los espacios,
junto a la sombra de mi hijo.