jueves, 28 de agosto de 2008

Un cuadro

Es un cuadro colgado en la pared. Trazos prisioneros en tela, marco y vidrio.

Ni expresión del alma con depuradas formas, ni pintura bella en marco bien labrado. Melodía sin ritmo. Alegoría en silencio. Color sin pena, lugar sin gloria. Un cuadro colgado en la pared que cuenta una historia aburrida, estática y monótona, sin intensión y muy escasa perspectiva, sin punto de fuga, en blanco y negro.

Herencia de utilidad poca y valía apenas justificada. Ser transmutado de intento de arte a mueble servil adscrito a una pared deslucida con necesidades de maquillaje.

Es un cuadro que aspira a figurar en la pared de un museo y en sus ansias, abrumado por el temor de ser percibido de reojo como accesorio de insignificante expresión, polvo y olvido; exige mi presencia frente a él como celador, mayordomo o escudero, ordenanza, comparsa o actor de reparto.

Es un cuadro colgado sufriendo la pared como encierro, al que miro reflejado en un espejo. Un cuadro que me hace sentir, para su consolación y mi malestar, eso y sólo eso: como un cuadro colgado en la pared.

1 comentario:

Miranda Hooker dijo...

pero tú miras y te preguntas y te preguntas por lo que miras. El cuadro, hasta donde sabemos, no. Pero su tuviera que contar lo que ve, sin duda le darías gran material, a diferencia de otros cuadros y otros espectadores entre los que no se puede distinguir ni uno ni otro.