martes, 22 de febrero de 2011

Sombras reales y desayunos imaginados.

Mi hijo de 2 años, me pregunta que si su ambulancia quiere beber zumo de naranja. Le digo que sí y que le dé un churrito que le encantan, a él y a ella. ¿Café? Pregunta. Sí, también, le digo, un desayuno completo es excelente idea. Vale, dice.
Va y con su manita pellizca la cómoda de la habitación, y así, con los deditos juntos, se acerca a la ambulancia de juguete que tiene sobre la cama y le da a probar, por el radiador, el zumo que se imagina tener entre los dedos. Después, toma mi teléfono móvil, de ahí de la cómoda, y se lo da como churro. Para el café, se vuelve, y en el espejo-luna de la habitación, repite la operación pellizco-dedos juntos. Ahora, se huele los deditos, como quien huele el contenido de una taza…mmmm, dice animoso ¡qué iiico!, y en seguida, le da a beber a la ambulancia por su boca imaginaria, un café de aroma y sabor fantásticos.

Sigo vistiéndome para ir a trabajar.¿Caca? hijo, pregunto. No, papá, ambucancia llaiiso caca, responde. No kere caca ambucancia. Yo insisto ¿Y tú, hijo? Él responde. No, papá, no kereyo café. Fumo é canankja si kere, po’ favó. Yo pellizco la cómoda como lo hizo él antes y le doy el zumo de naranja que pidió. Gaacias, responde él educado.

En estas construcciones y deconstrucciones de la realidad, a las 7.45 de la mañana en la habitación de mi piso, que se dan a manera de desayuno típico de bar español, educación de control de esfínteres y mi puesta en escena para la vida diaria; es una pasada ver cómo todos, él y yo, el móvil, la cómoda, el espejo y la ambulancia pasamos en cuestión de segundos de objeto real, inanimado, imaginado, animado, irreal aceptado, a objetos imaginados, animados, irreales, inanimados, reales funcionales…y viceversa. Es una pasada ver cómo con unos personajes más significados que funcionales, mi hijo ancla sus ideas en un juego, del que tiene todos los referentes en la vida real, mayormente explicados y definidos en esta etapa de su vida, por mí. Es una pasada ver cómo viajan sus soliloquios y sus monólogos para tomar forma y estructura en las respuestas de mi diálogo. Es una pasada ver cómo cada una de sus construcciones saltan animadamente de la imaginación a la fantasía, se regodean en la realidad, se deconstruyen y se regresan por donde vinieron. Cómo anima cada objeto inanimado, lo llena de vida, le cambia de función y significado para transformarlo en otro objeto funcional y cómo tres pensamientos después, los objetos pierden relevancia en su imaginación por disfuncionales y esperan latentes otro rol en el juego, pero no en la realidad.

Objetos, habitación y nosotros dos, somos al mismo tiempo, metamorfosis o camuflajes de la realidad y la fantasía. Somos transformaciones. Somos más que eso. Somos los habitantes de la caverna de Platón, captando mundos sensibles y razonados. Somos esos habitantes monodimensionales entre la fuente de luz y los objetos proyectados y vivimos esas construcciones de sombras como reales. Somos más que eso. Somos los habitantes,las sombras proyectadas en la pared y al mismo tiempo,somos la hoguera y la luz que las genera. Somos lo real y lo imaginado. Creamos imaginarios. Entramos y salimos de nuestra alegoría, de nuestro mito. Somos reales y al mismo, somos los personajes de nuestra métafora. Nos desatamos, nos liberamos, nos hartamos de realidad, nos regresamos, nos sentamos y miramos otra vez, ilusionados, las sombras en la pared. Somos tan irreales y reales como nos queramos ver.

Somos más que eso. Somos simplemente, hijo y padre, en una mañana cualquiera como otras...y yo me digo¡qué maravillosos mundos!

2 comentarios:

Ana dijo...

Ya lo dijo Rousseau

"un buen padre vale por cien maestros"

Miranda Hooker dijo...

Padres e hijos viven la danza cotidiana de significar los objetos, los acontecimientos y a qué se le da luz, para proyectar la sombra. Es una relación a tientas, en todos los sentidos.

Y a cambio de esos miles de significados que legamos, de sopetón, a los hijos, ellos nos regalan una versión reinventada del mundo. Sin tientas: cierta, inclusiva.

Y como esa magia de las sombras, nos dejan con la boca abierta.