martes, 1 de junio de 2010

Bofetadas a la miseria

Recibí dos correos electrónicos el mismo día.

Uno en donde se muestra a un niño africano, famélico como esqueleto, con moscas en los ojos y ya sin fuerzas para chupar el colgajo que tiene enfrente - algo que parece una teta, seca, vacía y arrugada-. La cara de la madre no puede transmitir más dejadez y abulia frente al destino; y la cara del bebé, menos proximidad a la muerte.

El otro lo titulaban: Los Yates de Montecarlo.
El super lujo de estos yates por dentro y por fuera es fácilmente imaginable por caer en lo típicamente excluyente. Como siempre, amplios espacios bien iluminados, maderas de lujo, mesas bien puestas con finísimas mantelerías, cristalerías y vajillas, alta tecnología en sistemas de navegación y seguridad anti paparazzi, 3000 caballos de potencia, televisiones de plasma, jacuzzis, mármoles en los baños, paneles solares, cine, helio puerto en cubierta, mini submarino, garage, cocina apta para chef "cordon bleu"; 200 toneladas, o más, de consumo de diesel al año y como cerecita para el pastel, unas putitas tomando el sol en top-less en la piscina de abordo.
Capacidad: 12 invitados.

Hay cosas que me indignan y me deprimen mucho, son como bofetadas a la miseria.

3 comentarios:

Hluot Firthunands dijo...

EL mayor problema actual de la humanidad es la distribución de la riqueza. La riqueza es todo aquello que necesitamos para vivir.

La acumulación excesiva de riqueza lleva a los yates de lujo. La carencia de riqueza a la hambruna.

Ejemplos hay muchos, producimos más alimentos del que podemos comer, producimos más medicinas de las que necesitamos, producimos más energia de la que utilizamos. Pero todo lo distribuimos mal.

A mí me da dolor de estomago al ver esos contrastes.

Miranda Hooker dijo...

Poco es lo que yo, de facto, puedo hacer para resolver la distribución injusta de la riqueza.

Yo pido que nunca sea insensible a ella. Que nunca me acostumbre a esas imágenes de miseria, que me atormenten tanto que desvíe mi ruta para hacer algo con ellas.

Es para llorar por siglos.

Ana dijo...

A mí lo que me preocupa es la percepción que tengan nuestros hijos de estas situaciones.

No tienen un yate en Mónaco pero, afortunadamente, cuentan con todo lo necesario.... y más.

Creo que enseñar a mi hijo a reconocer su situación privilegiada y a ser solidario es una de mis tareas más importantes.