miércoles, 19 de mayo de 2010

Conversaciones que se oyen

a) Para mí las personas son como las monedas. Tienen cara y cruz. Anverso y reverso. Si eliges bien y tienes suerte ganas; si no, pierdes. La cuestión es recordar que, después de haber elegido,una cara de la moneda siempre queda boca abajo, oculta, mirando al suelo.La cuestión es siempre recordar que esa misma cara,la que no ves, la que da al suelo y no mira al cielo,despúes haberla echado a la suerte, después haberla elegido,es la que en un momento dado, te pudo haber hecho ganar, o te pudo haber hecho perder. La moneda vale lo mismo, pero en cuestiones de azar,el 50%, vale más que el 100%. Así con las personas, a lo mejor su parte oculta te revela otra suerte, para bien o para mal. No hay que olvidar que las personas, como las monedas, siempre tienen un reverso oculto, ni debemos tomar como el 100%, la cara con que el azar las trajo a tí...

b) Joder, yo nunca lo hubiera pensado...por eso mejor jugar "a cara o cruz",que a los dados, ¿verdad?

3 comentarios:

Miranda Hooker dijo...

Lo mejor es cuando la persona, por si misma, echa su volado y así de vulnerable, muestra sus dos caras. Que es una misma, desaprendiendo a ocultarla.

Ese momento vale oro puro.

Ana dijo...

¿dónde escuchas esas conversaciones?

Esto me recuerda a los enunciados de los problemas de probabilidades que comienzan con frases del tipo “lanzamos al aire una moneda perfecta…” o “al tirar un dado perfecto…” para desestimar las distorsiones que podrían surgir en el cálculo de la probabilidad.

La realidad es que las monedas y los dados son imperfectos, como las personas, y creo que su anverso y su reverso no se reparten al 50 %

Hluot Firthunands dijo...

Pues yo prefiero ver a las personas como dados.

Los dados tambien tienen una cara que da la victoria y una que queda oculta, pero entre las dos existen 4 caras tan diferentes entre sí como de las dos primeras.

Creo que las personas somos así, tenemos muchos matices. Podemos abrazar totalmente algo y rechazar totalmente el opuesto, pero dependerá de las circuntancias la fuerza del abrazo o el rechazo.

Creo que somos como dados o mejor aun como icosaedros.