jueves, 18 de agosto de 2011

Un pacto.

Recibo una invitación.
Quiero hacer un pacto contigo, me dicen:
¿Quieres vivir mi vida, si muero?
No sé de lo que va esto, pero sé de quién viene.
Firmo el pacto, de inmediato y sin dudarlo.
Continúo. Leo. Me explica. Entiendo.

Albert Espinosa, vive 4.8 vidas, la de él y la de sus tres amigos.
Ese fue el pacto. Repartirse las vidas entre los amigos convalecientes en el hospital, si alguno moría antes que los otros.
Ese fue el pacto, sus amigos murieron, el los sobrevivió. Sobrevivió a tres cánceres, pero él murió de aburrimiento en el hospital.
Debió ser una larga agonía. La ausencia de los otros en uno, es un cáncer difícil de curar.
Repartirse la vida al morir, veo, es la mejor quimioterapia para curar la ausencia, la nostalgia, la inmaterialidad y la melancolía.

Ese fue el pacto, por eso, Albert vive 4.8 vidas, la de él y la de sus compañeros.

Recibo la invitación.
¿Quieres vivir mi vida, si muero?
¡Por supuesto! Me digo.

Me siento feliz, firmo el pacto. Acepto la invitación. Me llena, me da vida.No sé a quién sobreviva y no sé si sea capaz de vivir tantas vidas repartidas en la mía; pero ya en mí alegría, desbocado pienso…

En la vida de mi árbol vecino, que alberga a tantos nidos, que desprende tantas flores, que oxigena el aire, que da sombra a borbotones, que alimenta a las abejas, a los abejorros, a las mariquitas, a los pulgones y hasta a las mismas hormigas que lo recorren. No sé si pueda con sus temores: a la poda que lo lacera, al hacha que lo mutila, las orugas que lo deshojan, el perro que lo mea, el gusano que lo carcome. No sé si pueda con sus temores, deberé aprender, como él, a sobrellevarlos desde sus alegrías: el columpio que mece al niño, la sombra que da al viejo, las mariposas en sus capullos, los pájaros en sus nidos, el color de las hojas en otoño y la frescura muy de mañana con que lo baña el rocío.

No sé si lo sobreviva, a este árbol amigo mío, pero si muere él primero, yo me reparto, con el que quiera, su vida.

Y asimismo, pienso…

En todo lo que aprendería si viviera, si compartiera, si me repartieran cualquiera de todas las otras vidas que hay en esta madre tierra, tan llena de vida: la vida del gato, la vida del perro, la vida de la vaca, la vida del caballo, la del tucán, la del gorrión, la del colibrí, la de la bacteria, la del virus, la de la flor, la del plancton, la del cangrejo, la cucaracha, la pulga, el piojo, la ballena, la secuoya, el abedul, la hortensia, el clavel, la papaya, el mango, la musaraña, el atún, la merluza, el jabalí, el lechón, el chorlito. Y pienso y me emociono en sentir lo que sería vivir y compartir la vida de todos estos seres que están, que pasan desapercibidos, sin saber de ellos, sin saberlos en vida. Que viven, que habrán de morir; pero que hacen la vida. Que dan vida.

Me emociono y pienso: ¡Madre mía, si me repartiese sus vidas! ¡Lo que podría yo saber, lo que entendería!

Me entusiasmo, realmente me entusiasmo.
Me siento feliz, firmo el pacto. Acepto la invitación.
Me llena, me da vida.

Y pienso en tí, y pienso que sí,
Que quiero vivir tu vida, sencilla. Que quiero ser cómo tú, sentir como tú, pensar como tú, reír como tú, llorar como tú, dormir como tú. Que quiero tener tu esófago, tu hígado, tu páncreas, tu metabolismo, tu ritmo vital. Quiero tener tus habilidades, tus talentos y entender la vida desde tu mundo, desde tus obligaciones, desde tus limitaciones, desde tu agobio, desde tus alegrías, tus creencias, tus contradicciones. Que quiero vivir desde tus miedos, tus desilusiones, tus odios, tus querencias, tus cansancios, tus amigos, tu familia. Que quiero vivir desde tus recuerdos, tus esperanzas, tus amores, tu fe. Que quiero vivirte en vida, hacerme de tu vida, la quiero muy adentro, la quiero mía, para curarme la carcoma de tu ausencia, de tu nostalgia, de esa negra sombra que se proyecta sobre tí, sobre nosotros, en el tiempo y en la incierta lejanía.

No sé a quién sobreviva y no sé si sea capaz de vivir tantas vidas repartidas en la mía. Por lo pronto, yo ya hice un pacto contigo:

Si mueres, quiero y voy a vivir tu vida, para que así sigas dándole vida a la vida misma, como sólo tú, y solamente tú, se la sabes dar.