domingo, 21 de agosto de 2011

Testigo

Soy testigo.
Doy fe de ello.

Es media tarde, estoy sólo, con la familia de viaje. Aprovecho, salgo, camino, miro, observo. Hago lo que más me place. Deambulo parsimonioso por las calles.

Camino, miro, observo.No encuentro nada nuevo. Mejor dicho, no me esfuerzo.Tengo pereza, lo acepto, hoy no quiero encontrar lo nuevo en lo viejo.

Atravieso la calle, me meto en otra zona. Son calles que habitualmente, no frecuento.La gente parece distinta, los edificios también. Mi mente se relaja. Me alegro. Ya me siento más cómodo.Lo viejo conocido me parece nuevo, sin hacer el menor esfuerzo.

Camino, sigo, miro, observo. Hace calor, busco una sombra, llego a una banca, me acomodo.Es buen sitio para pescar imágenes y sentimientos. Saco mi libreta, armo la caña, tiro el anzuelo. Dibujo y apunto mientras espero a que piquen las ideas. Me siento bien, pleno, feliz. Me siento y dejo que la vida se pasee frente a mí.

A lo lejos se escucha a unos gitanos.Cantan rumbas y bulerías en corro. Los niños juegan, la gente pasa.Mas allá, en una terraza, la gente come y habla.Volteo, veo a dos jóvenes, una moto. Fuman, beben, platican. No sé si esperan.Veo también a un niño con muletas y a otro, pobre, casi como cuasimodo. Bromean, juegan, se tiran piedras. No les importa su condición, con risas y diabluras la compensan. Da alegría verlos, no tristeza.

Veo una ventana, una silueta.

Aparece una chica, linda, bella. Mira desde la ventana, mira hacia afuera, como si buscara sin buscar. Mira ilusionada. El brillo de sus ojos, el gesto de su cara, no engañan, tienen el mismo fondo que tienen los de una mujer enamorada.

La veo, me mira…pero sigue sin realmente mirar para afuera.

Veo venir a un chico, se acerca. Si fuera caballero, montaría al trote.Viene con los ojos puestos en su destino. Viene metido en él mismo.Camina sin mirar, camina como tratando de no perder su rumbo. Camina fijamente, camina para caminar.

Volteo de nuevo, busco a la chica…¡es tan bella! Sigue ahí, mirando, casi suspirando. Me pregunto¿En qué, en quién estará pensando?

Escucho el trote del chico. Ya está cerca.

Llega. Lo miro. Me mira. Volteo a ver a la chica. Él me sigue la mirada.Voltea a verla a ella. La descubre. Abre la boca, se sorprende.Aspira hondo, contiene el aire. Aminora la marcha, casi se detiene.No quiere desviarse, pero no puede. Camina despacio, hacia donde ella.Cambia de actitud, se acicala, saca el pecho, parece gallo, parece palomo, parece haber dejado el trote, parece que ahora flota en una nube.

Lo veo, y veo que ve a la chica, y ella, sigue ahí, mirando sin mirar y buscando sin buscar, como enamorada.

Veo que él se acerca, que va hacia ella, que la llama sin hacer gestos, sin dar voces, pero tratando de tirarle cien mil flores.

Veo que, finalmente, ella se vuelve, que lo mira, que lo encuentra. Abre la boca, le brillan los ojos. Los labios le tremolan, se reacomoda, se pasa la mano por detrás de la oreja. Se ajusta la blusa. Baja la cara, lo mira de reojo, pizpireta.

Se ve, se percibe, que no se conocen que no se conocían, que es la primera vez que se encuentran.

Camina él, despacio, hasta su edificio, sin quitarle el ojo. Lo ve venir ella, se sonríe, coqueta,desde su ventana.Él se acerca, ella lo llama, ambos dos sin decir palabra.

Camina él muy despacio, alza la cara, mira hacia arriba, ella se empina, para verlo allá abajo, desde la ventana. No dejan de verse; pero no se dicen nada. Se miran, se llenan, se contemplan. El amor los desborda, los flecha.

Se siente su emoción.Se les nota en el cuerpo, se les ilumina la cara. Siguen en silencio. Se detiene el tiempo, pero no sus miradas.El amor los inunda, inunda a la ventana, inunda a la acera, inunda a la calle, inunda al barrio, inunda a toda, la ciudad entera.

Se miran, él camina a pasitos,se miran, él casi se detiene, se miran, ya casi nace una palabra…se oye un grito desde adentro, la llaman, se mete, se esfuma, desaparece de la ventana.Él espera un poco y un poco más; pero ya no hay nadie, ni visos de haberlo.

Se va.

Él camina ahora, sin trote, sin nubes, sin energía.
Se detiene, duda, se voltea, mira, se regresa, la busca.
Ya no está en la ventana. No sabe su nombre, no la llama.
Mira hacia arriba por última vez.
Él reemprende el camino y el tiempo reanuda su marcha.

Aparece ella, apresurada.
Finge que va al contenedor, finge que tira la basura. Finge que se limpia la mano.Finge todo lo que puede y mientras finge,hace tiempo de manera deliberada. Mira y remira, lo busca y lo rebusca. No lo ve, no lo encuentra, ya no está, ya se le fue. Ya no hay nadie y sabe que ya no habrá entre ellos, desgraciadamente, nada.

Resopla y suspira. Se vuelve a su casa, parace desairada.

Se dejan, pero sé, porque se ve, que se llevan en el alma.

Y me pregunto, ¿Qué se dijeron desde sus corazones, con esas miradas que se hablaron en silencio? ¿Cómo le hicieron para convertir, en un segundo, la tierra en el cielo?¿Cómo le hicieron, para detener un instante en el tiempo y volverlo eterno?

A saber, pienso; a saber, siento:
Es amor de dos y sólo de ellos.

Soy testigo.
Doy fe de ello.

2 comentarios:

Miranda Hooker dijo...

Una vez presencié algo así, entre mis alumnos.

No supe cómo le hicieron, tampoco. Pero en ese segundo todo el universo estaba incluído.

Yo lo celebré, como tú, ahora. Me gusta que des fe y no razón de ello.

Anónimo dijo...

Liberación de dopamina, serotonina y adrenalina= mariposas en el estómago.