miércoles, 8 de junio de 2011

Banco de parque

Banco de parque sobre de ti primavera como polen de alergia como estornudo de vida como cuando soportas tú banco resignado a un despiadado sol de verano todo el día o como cuando te cambian a ti banco las lluvias por las ocres frondas de luna y noches de otoño que te engalanan a ti banco con hojas secas y amarillas que te cubren que te miman mientras van sobre de ti cayendo al ritmo que les marca el viento para que vayan las hojas y te busquen las hojas y en su caída bendigan tu sueño y te cobijen a tí banco hasta que de nuevo un soplo de aire las levante al vuelo y se alejen de tí y se vayan de tí y se las lleve de ti lejos después de que ellas cariñosas te dejen banco impregnado de su recuerdo que es como tu perfume es como tu cicatriz que es como tu cana que es como tu arruga que es como la vejez añeja de la nieve de invierno que es como la tristeza de la partida o la languidez del eco que ya no te dice que ya no responde porque ahora es silencio que suena a lamento o a ronda parda o a aullido nocturno de gata callejera vieja que vaga vagabunda sucia y olvidada y borracha sobre de tí banco dormida soñando sobre ti banco despierta con la niña que fuera antaño y a quien escuchabas reír en el parque y a quien veías correr en el parque y que saltaba desde ti banco al infinito suelo y quien jugaba en ti a juntar flores o a mecerse en los columpios y a deslizarse por los toboganes y a subir y a bajar por los arcoíris que sienten los enamorados en sus corazones cuando se besan sobre ti banco apasionados con impúdico deseo y que se miran y que se tocan y que siembran con sus roces y caricias la envida de las comadres cotillas apoltronadas sobre ti banco como su bastión inexpugnable obstinadas en mirar y en juzgar y en no dejar vivir a aquellos que pasan frente a ellas porque son ellas quienes no saben vivir y porque son ellas quienes sufren la pena del desamor en la cotidianidad extrema y porque son ellas quienes apenas viven del sueldo gastado de sus hombres tan grises como son de necios y quienes son ellos quienes apenas comen y quienes apenas duermen y quienes apenas respiran por lograr un estatus o por mantener durante treinta y cinco años ese ridículo trabajo que les brinda una mísera paga y la dicha insegura de un retiro tranquilo de viejos cansados que se miran para adentro sin mirar ya nada como sí así pudieran ellos reconstruir sus mocedades de distinta manera a lo que fue su vida y que por eso mismo se la pasan barriendo y limpiando sus recuerdos llenos de olvidos y de lamentos para que así ellos puedan hacer y hagan más llevadero el tiempo que les queda por vivir sentados sobre ti banco de parque asiento y testigo de nuestras vidas.

1 comentario:

Miranda Hooker dijo...

Para leerse en voz alta, moviendo los pies con la cadencia y cerrando los ojos.

Hay cuentas de banco y bancos de parque. Para atesorar, me quedo con los del parque, con éste y sus historias.