Como vendavales, demasiado reales para ser negados, demasiado materiales para no mirarlos, demasiado evidentes para imaginarlos, llegan un día inesperado y te arrasan la memoria.
Recuerdos, como vendavales, pasan huracanados y se llevan todo lo bello que de ellos mismos tenías guardado. Recuerdos que azotan la endeble estructura de su propia memoria. Recuerdos suicidas, que atentan contra ellos mismos, contra lo vivido, contra lo sentido, contra lo deseado, contra lo perdido.
Vientos, tempestades, tormentas. Recuerdos, como vendavales, pasan y se lo llevan todo, todo, justo cuando más los sentías a flor de piel. Justo cuando creías que florecerían, que renacerían, que brotarían de nuevo como poesía que germina.Como al vida misma, esa que alguna vez ellos mismos te dieron en olores, sabores, formas, fondos, sonidos, colores.
Recuerdos, memoria, como vendavales.
Ventarrones que se lo llevan todo, todo, todo por igual: la esperanza, la alegría, la abulia, la tristeza. Se lo llevan todo, todo, todo, hasta el vacío y la lejanía.
Recuerdos suicidas como vendavales te derrumban, revuelcan, te vapulean y el espíritu se te queda yermo, llano, páramo, desolado.
Y al volver la calma,cuando se van, solamente te queda el desanimo desventurado de levantar lo poco que de ellos mismos queda, esparcido, por todos lados. De hacer el doloroso recuento de lo que quedó, de lo que dejaron, de lo que se llevaron. De recoger las piezas, de armarlas, en otra estructura, peor parada, peor de endeble y guardarlos en algún sitio en donde crees que no te harán daño, donde crees que encontrarán refugio en ese otro día, igualmente inesperado, en que vuelvan y vuelvan otra vez a derribarte, y a herirte, y a llevarse otro tanto, de lo poco que ya te queda.
Y no entiendes ni aprendes que a lo mejor, lo mejor, es dejarlos ir, como viento que sopla, pasa y se va; y no entiendes ni aprendes ni quieres, porque sabes, que no tenerlos que no sentirlos, que olvidarlos, es perder algo de tí.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
No hay antídoto para los ventarrones feroces, crueles, atemorizantes, de la memoria.
Sólo queda aferrarse a la única rama que conecta con la tierra: darse cuenta de darse cuenta, desarticular el pasado, restarle símbolos y garras. Y desde ahi, doler pero en presente. Que es lo único que tenemos seguro.
Pues...
A veces a sido mejor perder algo de mí que seguir en el ciclo de dolor.
Creo que es necesario recordar, pero solo es bueno cuando el dolor no domina.
Cuestión de mucho trabajo interno, de preguntarnos que queremos hacer de nosotros mismos, de entender que no somos totalmente responsables de nuestro pasado pero si somos absolutamente responsables de la actitud para enfrentar el futuro.
Publicar un comentario