martes, 17 de febrero de 2009

Una cosa que no debería dejar pasar

Me dijo su nombre y ahora se me hace de muy mala educación volvérselo a preguntar, pero no debería dejarlo pasar. No debería.

Es en su oficio el típico artesano que seguramente será referencia sine qua non en años futuros cuando su oficio haya desaparecido: Se le encuentra entre un caótico orden de hules, suelas y tacones puestos sobre una mesita con manchas antiquérrimas de pegamentos, tintas y betunes. También sobre la mesita cuchillas, escoplos y tijeras. Varias latitas mal cerradas con pegamento, amarillento y apestoso, anquilosado en sus bordes. Unas franelitas añejando uso y betún de tanto bolear zapatos. Botellitas y más botellitas de vidrio escurriendo tinta para calzado. Varias hormas de madera sin zapatos. Unos cepillos enormes de cerdas chimuelas. Una máquina con correas intercambiables para lustrar y limar rebabas que hace un ruido del demonio cuando trabaja. Zapatos que parecen estar amontonados en los anaqueles, pero que tienen una disposición lógica, sólo entendible por los zapateros.

Con mi zapatero remendón yo tengo muy alegres conversaciones.

-Hola, le traigo estos zapatos-
- Ah gfssssssíííííí. Qgssssstsssss vrsssssssl prsssss aqssssss.
-Me da gusto a mi también verlo a usted. Estos zapatos necesitan suelas y me da pena tirarlos, supongo que me los puede componer ¿no?.
-Ssssssiiiiii - responde después de estudiarlos - egssssstssss zzzzzaptssssssssss sssssssn d my bna caliddsssssss- y continúa - ussssssstd trabjssssssss, en unsssssss ofssssssinssss ¿verddsssssss?
- Sí, en una oficina trabajo.
- Lo sssssssss prssssssss lssssssss restsssssssssssss de moqtssssss.
- Ah mire que observador, por los restos de moqueta en los zapatos sabe que trabajo en una oficina.
-Uy sssssi, yo sssssé l q hasssssn lasssss gentsssss prssss susssss zzzzzzaptssssssss.

Yo no sé porqué a los zapateros remendones siempre se les encuentra sentados en unas sillitas diminutas que quedan como metro y medio por debajo de su mostrador, usando una bata pringada hasta el cansancio y rodeados por más latas redondas de betún negro y marrón, todas destapadas. Como mi zapatero remendón.

- ¿Qué tal el frío?
- My jodisssssssssssss, my jodissssssssssssss. Ssssssssssssssse trbjsssssssssssssssssssss my ml.

Mi zapatero remendón tiene un localito que siempre parece oscuro, apenas alumbrado por un foco sin pantalla colgando del cable, como buen localito de zapatero remendón.

- ¿Y la crisis?
- P mi mjr. L gntsssssssssss comprsssssssssss mnsssssssssss zzzzzzzzzzzpatsssssssss y reprssssssssssssss lsssssssss viejsssssssssssssssss.
- Pues si, como yo, que prefiero componerlos a comprarme unos nuevos, para ahorrarme unos euros.
- Pssssssss sssssssssssssssi.
- Y usted haciéndose millonario. Al rato hasta los bancos le van a pedir prestado.
- jgggggsssskkkksssssss jggggggsssskkkksssssss- se ríe mi zapatero remendón.

Mi zapatero remendón tiene una esposa que lo vigila . Fría y sombría, no habla, sólo lo mira desde un rincón, vestida de negro, pelo cano, gafas gruesas. A lo mejor ni ve. Mi zapatero remendón debe tener casado con ella toda la vida, más de cincuenta y pico de años, y ella ahí sentada, a saber cuánto. Él ya pasa de los 80. Ella parece que no pasa de este febrero.

- Lsss necsssssssta prnt.
-No - le digo- no tan pronto, sólo para llegar de aquí a mi casa.
- jgggggsssskkkksssssss jggggggsssskkkksssssss jgggggsssskkkksssssss jggggggsssskkkksssssss- se desternilla mi zapatero remendón.

Me encanta. Mi zapatero remendón me encanta. Siempre tan amable y siempre tan platicador. Tan de risa fácil y tan fácil que se toma la vida. A mi zapatero remendón lo operaron de la traquea hace ya algunos años y para que pueda respirar le dejaron una via abierta con un tubo en la garganta justo en donde empieza el esternón, donde se juntan las clavículas con el esternón, y se inserta el esternocleidomastoideo. Ahí, en esa parte sensible, él tiene un tubo por donde se le escapa el aire cuando habla.

- Bueno, le dejo la mitad del importe ¿le parece?
- Ssssssssssi - l viernsssssssssss ssssssssstn lisssstsssss..
- Hasta el viernes entonces.

La otra vez, cuando se lo pregunté, me dijo su nombre:
- Jssfgsto - me respondió
- Ah, mucho gusto, yo, Enrique.

...y ahora se me hace de muy mala educación volvérselo a preguntar, pero no debería dejarlo pasar, no debería ¿verdad?

2 comentarios:

Miranda Hooker dijo...

No, por supuesto. Sobre todo pertenenciendo ambos, a esa especie en extinción que, por encima de las tribulaciones, puede darse un momento en el día para conversar, reír y llevarse la vida ligera.

enrixten dijo...

ANA dijo

He leído tu nueva entrada en el blog. En realidad, la leí ayer. Está bien escrita y es original (se nota mucho tu curso del verano pasado).

En este caso me resulta muy difícil ponerte un comentario. No sé si lo sabes pero mi padre está operado de la garganta y tiene dificultad para hablar. No tanto como tu zapatero porque, gracias a Dios, a mi padre sólo se tuvieron que extirpar una cuerda vocal por un tumor cancerígeno que tenía, pero habla afónico y la gente que no está acostumbrada a veces no le entiende a la primera. Yo sé de su desesperación cuando ha tenido que ir a algún sitio y no ha podido hablar con toda la firmeza que él quería, cuando le he acompañado a médicos o cualquier otra gestión y me ha dicho "habla tú porque a mí me cuesta mucho"....

Quería decirte que leo tu blog siempre, que yo sé que la entrada está escrita con buenísima intención, pero comprende que es un tema que a mí se me hace muy cuesta arriba comentar.

Un beso.