Bien, pues aquí estoy recobrando esta vieja manía mía olvidada por momentos. Manía liberadora, insistente, pacificadora, manía mía, la de escribir sintiendo.
Me envuelvo en velos de nieve y mantos de noche.
Nieve: Velo blanco. Tímida aurora. Tiritante regocijo.
Noche: Sombra. Manto negro. Protagonismo.
Manto y velo ondeando al aire, oscuro, recubriendo el suelo, gélido.
Noche y nieve.
Ambas juntas, sombra negra, frío intenso.
Nieve: Desquicio veraniego. Risa de Moscú, catástrofe de chabola. Efímeros copos cabalgando al tiempo.
Noche: Sempiterna, omnipresente. Erotismo, más, misterio, complicidad, permanencia, ausencia, estrellas, lágrimas, olvidos.
Oscuridad y frío con su marcha, caen, duermen y al tiempo, yacen.
Me llegan la nieve y la noche, me envuelvo de nuevo en esta manía olvidada por mí, por momentos - la de escribir sintiendo-; me llevan, noche y nieve, a la oscuridad de mis adentros y en su marcha me dicen que solo tengo una noche fría para mellar de nuevo los sentimientos.
Nieve y noche, salvado hoy yo, por la calidez en compañía de dos musas fugaces y frías.
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1 comentario:
Soles, lunas, noches, nieves, amaneceres. Cada quien tiene su propia constelación, de orden arbitrario e involuntario.
"si lloras por el sol, las lágrimas te impedirán ver las estrellas"... y, añadiría yo, viceversa. Ambas dualidades son necesarias.
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