martes, 26 de julio de 2011

A ellos, a todos.

Estoy sentado a la sombra de una parra.
Miro, observo.
Es media mañana y falta la otra mitad para el medio día.
El sol brilla por el este, la luna lo refleja en el oeste.
La nubes hoy hicieron pellas, se fueron de pinta.
Se fueron de pinta y dejaron el cielo claro, pintado de azul cielo.
Hace calor, lo justo, lo necesario, para no decir que el verano es primavera.
Sopla un aire ligero desde la sierra de Gredos.
Se lleva el calor mas abajo, hacia el Valle del Tietar.
Refresca.

Estoy sentado a la sombra de una parra.
Los racimos de uvas se dejan ver verdes, todavía.
Ya llegará el tiempo de la vendimia.
Mi hijo juega en el jardín a tirarse chorros de agua.
Se rie.
Su risa me refresca más que el viento que baja de Gredos y se pierde en el Tietar.

Es la vida.

Estoy sentado a la sombra de una parra.
Ahora leo, leo triste.
Leo triste y siento que una sombra crece en mí, me oscurece, me duele, me apena, me arrebata la calma.
La sombra me invade, me apesumbra, me carcome, a pesar de toda la vida alrededor que fluye, que invita, que corre.
Leo triste bajo el sol del medio día, con mi alma a oscuras.
Leo sobre la locura intransigente de un hombre que caza y abate a tiros a ochenta jovenes, en una isla.
No caben en su ideología.
Lo goza: "Fue una masacre, necesaria" se jacta, se dice, se honra...declara.

Unos se salvan, se tiran al agua.
Otros no.
Los hijos de alguien, ya no juegan ni jugarán más ahí, ni hoy, ni aquí, ni nunca,ni mañana,ni ahora, ni todavía.

Es la muerte.

No al fanatismo, claman.
Ruega por ellos, rezan.
Este fin de semana,
con un no y un ruega
se recordará a Noruega.

2 comentarios:

Miranda Hooker dijo...

Amén. Tristísimo.

Anónimo dijo...

Estoy llorando...