jueves, 25 de noviembre de 2010

Ventajas culinarias

En un consomé fundamentalmente mentalista la degustación constante de lugares comunes, genera, tal vez, el afán de enlatar nuestros mensajes o de servirlos como semánticas oscuras y paranoides en comidas rápidas, para ver si alguién se las traga; actitud que nos limita, empero, en la posibilidad de recalentar el orden de los que antiguamente, como los que hasta hoy igualmente, cocinan la necesidad de frier al mundo en sus propias conmiseraciones, sin alternativa de guiso posible.

Si no se consume, el consomé se evapora.
Eso pensé.

Sin embargo, la evaporación de ese caldo de imágenes mentales (que desprende un olor comparable al de la sopa de semántica amargosa por la sobre-condimentación que le da a la interpretación pre-consciente de la vida y el amor, de la sociedad en sí), se explica únicamente por el lento herbor de una personalidad dispendiosa de sus ingredientes gnósticos, cuya introspectiva maseración, libremente salpimentada, llega a producirle retortijones psíquicos por la mala digestión de su propio agnosticismo sistémico. La sensación de náusea sufrida,se limita, por tanto, a la mera indigestión de un sinnúmero de exóticas fantasías, propias de ser eructadas, pues resultan incompatibles con los términos y referencias gnósticas desde donde los demás ingieren sus más sanas ideas.

Agruras semánticas y una cierta acidez mental transitoria, producidas por una mala cocción existencialista.
Concluí satisfecho.

Es lo que tiene ser el cocinero de mi propia locura.

Y tú ¿Tienes alguna receta en mente?

5 comentarios:

Miranda Hooker dijo...

Confieso mi profunda ignorancia: entendí casi nada.

enrixten dijo...

pos claro, mi querida, no ves que es el discurso de un orate...

Miranda Hooker dijo...

No necesariamente: hay unas locuras muy lúcidas. Esta, desde luego, se cuece aparte, jaja.

Hluot Firthunands dijo...

A ver si entendí:

Pensando (consomé fundamentalmente mentalista) y recordando (degustación constante de lugares comunes) llegas al deseo de hablar de ello brevemente (enlatar nuestros mensajes o de servirlos como semánticas oscuras y paranoides en comidas rápidas) esperando que alguien entable conversación o debate (para ver si alguién se las traga).

Esto último, el debate, limita la posibilidad del dogmatismo (en la posibilidad de recalentar el orden de los que... cocinan la necesidad de frier al mundo en sus propias conmiseraciones, sin alternativa de guiso posible).

Si las ideas no se debaten o comparten, se olvidan (Si no se consume, el consomé se evapora).

Sin embargo, el olvido de las ideas (la evaporación de ese caldo de imágenes mentales) solo se explica cuando la persona no controla su pensamiento (se explica únicamente por el lento herbor de una personalidad dispendiosa de sus ingredientes gnósticos), o en otras palabras, no logra poner orden a sus ideas (cuya introspectiva maseración, libremente salpimentada, llega a producirle retortijones psíquicos por la mala digestión de su propio agnosticismo sistémico). El dolor de cabeza resultante, de no ordenar tus ideas (La sensación de náusea sufrida) lleva a pesar superficialmente y sin fundamento (se limita, por tanto, a la mera indigestión de un sinnúmero de exóticas fantasías, propias de ser eructadas) que resultan incompatibles son un razonamiento profundo y sustentado (pues resultan incompatibles con los términos y referencias gnósticas desde donde los demás ingieren sus más sanas ideas).

Los problemas cotidianos llevan a incrementar el sarcasmo y ocultarlo en un lenguaje muuuuyyyyyy rebuscado (Agruras semánticas y una cierta acidez mental transitoria, producidas por una mala cocción existencialista).

En resumen, yo entendí:

Pensando y recordando llegas al deseo de hablar de ello brevemente esperando que alguien entable conversación o debate.

Esto último, el debate, limita la posibilidad del dogmatismo.

Si las ideas no se debaten o comparten, se olvidan.

Sin embargo, el olvido de las ideas solo se explica cuando la persona no controla su pensamiento, o en otras palabras, no logra poner orden a sus ideas. El dolor de cabeza resultante, de no ordenar tus ideas lleva a pesar superficialmente y sin fundamento que resultan incompatibles son un razonamiento profundo y sustentado.

Los problemas cotidianos llevan a incrementar el sarcasmo y ocultarlo en un lenguaje muuuuyyyyyy rebuscado.

En otras palabras, sospecho con el pecho y calculo... con el píe derecho que platicaste con alguien que no rebusna porque Diocito ama mucho a los burros.

¿Que receta tengo en la mente? Unos nachos con arto queso y chile (de mi pueblo, por cierto) para olvidar un poco esta sopa de letras exesivamente condimentada.

Miranda Hooker dijo...

En España tienen la palabra adecuada:

Olé, Enrique. Olé, Hluot. ¡Qué bárbaros! Y yo aquí con mi sopita de verduras con fideo...