martes, 3 de agosto de 2010

Ya los pajaritos cantan...

Temprano por la mañana, a las ocho a más tardar, todos los días, me siento en la cocina a desayunar unos sobaos o unas madalenas, un vaso de zumo, jugo de naranja y un café.

Todos los días mi hijo viene y se sienta en mis piernas.

Todos los días abrimos la ventana de la cocina y aparece el paisaje urbano de nuestra cotidianidad: tres edificios en corro que forman un patio central con jardineras y plantas. Un sembradío de antenas y cables en los tejados. Las ventanas con sus tendederos y las copas de dos árboles, de hojas y frutos como “Liquidámbares” que aquí llaman “Plátanos”.
Todos los días, revisamos el cielo y vemos si la luna está todavía en lo alto, si ya no se ve; si hay nubes, si sopla el viento, si se mueven las hojas de los árboles, si hace calor o fresco.
Todos los días vemos salir a los vecinos.
Todos los días mi hijo señala las grúas de la construcción que se ven a lo lejos.

Después, hacemos recuento de pájaros.

Las golondrinas nos encantan. Llegan con la primavera. Se esconden del frío y del agua. Pero cuando hay sol, no hay quien las pare. Tal vez por esa alegría que irradian, se hicieron aves de buen agüero. Las golondrinas nos gustan mucho, son muy alegres, muy rápidas, muy ágiles. Cantan y revolotean. A veces las vemos en parvada, pero generalmente vuelan en solitario. Son muchas, cientos. Nunca me había percatado de cuántas golondrinas puede haber en el cielo en un día soleado, hasta que tuve que limpiar las cacas de golondrina que habían caído sobre mi coche. Hay una golondrina a la que le tengo especial cariño. Tiene su nido bajo el alero del tejado del edificio de enfrente. Hace ocho años cuando llegué, ví cómo bolita a bolita, iba haciendo su nido. Hoy día, los dos hemos crecido. Yo con mi hijo y mi esposa, y ella con tres nidos.

A veces escuchamos a un canario, preso en su jaula.

También vemos gorriones, pobres pajaritos, comunes y vulgares, luchan por sobrevivir en las grandes urbes europeas. Dicen que en Londres ya no hay, que en Paris ya casi no quedan y que en Madrid dejará de haber. Nos gustan los gorriones. A mi hijo y a mí nos gusta darles de comer cuando salimos a los parques. Los gorriones son osados y nerviosos, divertidos.

Hay otros pájaros gordos, como tordos, no se si sean tordos, no creo porque no cantan. Si no son tordos lo parecen, porque me recuerdan a las señoras a las que criticaba mi mamá…”con las patas flacas y el culo gordo”. El caso es que estos pájaros tienen poca pluma en la cola, como si se la hubieran recortado. Son negruzcos pardos y de pico corto y afilado. Tienen un vuelo pesado y se posan habitualmente sobre las antenas de las TDT’s a tomar el sol. Esos pájaros supongo que cumplirán a raja tabla su misión dentro del ecosistema, pero para nosotros, ni fu ni fa.

También hay un montón de urracas. Son bonitas, pero me disgustan. Las urracas son unos pajarotes grandotes de plumaje negro con blanco, descaradas e inteligentes. De pico corto y fuerte. Comen de todo, hasta desperdicios. Graznan igual que un cuervo, porque son de la misma familia. Son bonitas, pero me disgustan, porque llevan peligro. Cagan al vuelo. Con una sola de sus descargas son capaces ensuciar, por completo, el parabrisas de un coche…y si vas por la calle y te pescan, te pescaron… inmisericordemente.

Desde la ventana vemos pasar pericos. Loros dicen aquí, pero no son loros porque los loros son más grandes que los pericos. Con el comercio legal e ilegal de aves, llegaron a Madrid. Son muy bonitos, de un verde y amarillo muy intenso, por eso la gente los compra, y además,la gente los compra porque cree que todos los loros y los pericos hablan;pero no, solo hablan los loros huastecos, los de cabeza amarilla y lengua negra. Por eso la gente al poco rato, los suelta, porque los pericos en general son muy desafinados, muy ruidosos, muy nerviosos, muy laberintosos y desesperados. Tienen una necesidad de picotearlo todo y requieren de mucha paciencia. Ahora hay un montón de pericos sueltos volando por Madrid. Siempre vuelan y viven en parejas y cuando se juntan y se esconden en los árboles, hacen un bullicio impresionante. A mi me gustan mucho porque son muy curiosos y si se les atiende y quiere bien, hacen buena compañía.

De vez en cuando, pero muy de vez en cuando, como hoy por la mañana, todos los pájaros, de repente, vuelan a esconderse, y la mañana se queda sin revoloteos y sin trinos. Es que de vez en cuando aparece un halcón. Acá en España, usan halcones para cazar a las palomas que invaden los aeropuertos y edificios. El Real Madrid, tiene en nómina un servicio de cetrería para evitar que las palomas aniden en lo alto del Estadio Santiago Bernabeu.

Eso sí, lo que vemos desde la ventana es un montón de palomas, entre ellas unas enormes, las torcaces. Las palomas son ratas con alas, dice mi esposa, y tiene razón, son un verdadero parásito. Lo cagan todo, anidan en todas partes, atraen bichos y todo lo ensucian. Para colmo, se reproducen como conejos;no,no me gustan. Hay gente que las adora, que les da de comer y toda la cosa. A mí no, hasta creo que están mutando.El otro día me quede de a cuatro cuando ví cómo una paloma le disputaba un pedazo de carne molida a un gato. Lo que más me sorprende de las palomas, aparte de su capacidad para ensuciarlo todo, es la fragilidad de sus patas. Yo creo que el 75% de las palomas adultas se han quedado sin los dedos de una de sus patas, y andan cojeando sobre un muñón.

El otro día mi hijo y yo, escuchamos algo como el “úrruuú, úrruuú”, que hacen las tortolitas. Me recordó las mañanas en México, cuando al fresco del nuevo día, cantan. Pero no vimos ninguna tortolita. Acá lo que hay son tórtolas, un tipo de paloma pequeña, pero no tan pequeña como las tortolitas, que son primas de las palomas y las tórtolas…ya le enseñaré a mi hijo las tortolitas cuando vayamos a México…y los zopilotes y los cardenales y los cuervos y los colibríes…

2 comentarios:

Ana dijo...

Últimamente, a eso de las seis y media de la mañana, me levanto y lo primero que hago es subir la persiana de mi habitación y asomarme por la ventana. A esa hora está puesto el riego y sube un olor muy agradable del jardín.

Veo la piscina de la urbanización de al lado, el parque, los edificios de Villa Rosa, la Feria de Madrid...... y a lo lejos, un montón de pájaros, como ves tú.

Estos pájaros no sólo pertenecen a la fauna ibérica, estos pájaros llegan de todas partes del mundo.... veo como se posan, como levantan el vuelo e imagino mientras tanto mil historias. A veces me quedo tan ensimismada que después me toca ir corriendo al trabajo.

Eso me pasa por vivir frente al aeropuerto de Barajas.

Miranda Hooker dijo...

Qué fortuna la de tu hijo, iniciar el día en tus piernas, poniendo atención al entorno y a la vida, sintiendo el pulso de la fauna urbana.

Mantener a raya la enajenación: un requisito indispensable para crear y amar. Una auténtica lección de vuelo, tu legado matinal.