martes, 9 de febrero de 2010

Es verdad

...esta historia.

Es pobre.
Es ignorante.
Es honrada.
Desde hace poco,es viuda.

No puede mantener ni a su madre ni a sus hijos.
Son muchos.
Busca trabajo en su pueblo.
No hay.
No para ella.
Se va a la capital.
Tampoco encuentra.
Mal vive, mal gana, mal come, mal duerme.
Llora mucho, desesperada.

Conoce a alguien.
Le propone un trabajo en el extranjero: pasaporte, papeles, contrato, Europa, trescientos euros mensuales, un año, billetes de ida y vuelta.
Acepta ilusionada.
Revela sus datos. Firma papeles.
Recibe un préstamo. Lo envía a su pueblo.
Está endeudada.
El embaucador lo sabe.
Ahora ya lo sabe.
Ya sabe donde viven.
No hay vuelta atrás.
Nada de avisos. Nada de señas.
La ha amenazado con lastimar a su familia.

La obliga. La amenaza.
Se la lleva a Sudamérica.
La entrega a la mafia.
Le quitan el pasaporte.
La meten en un “hotel”.
Nada de avisos. Nada de señas.
Le dan instrucciones.
Se mete unos paquetitos en el estómago.
No le queda otra.
Firmó papeles, está endeudada.
La han amenazado con lastimar a su familia.
No le queda de otra, a pesar de que el tráfico de drogas en su país es castigado con la pena de muerte.
No le queda otra, por su familia.
Le dan unos billetes.
Le dan un pasaporte falso.
Toma un avión.
Alguien da el aviso.
Un infiltrado.
Esta señalada.

Llega a Madrid.
Pasa por la aduana, pasa por rayos x, la detienen, pasa por la comisaría, pasa por prisión cautelar, pasa mucho miedo, mucha soledad.
No conoce a nadie. Le asignan a un abogado de oficio. No entiende nada.
Renuncia a llamar al consulado, por miedo a la pena de muerte.

La llevan a prisión.
Le asignan una celda compartida. Es pequeña pero está limpia.
Le dan ropa, comida, agua caliente, jabón, toallas, una cama limpia.
La asignan a fregar y a limpiar los pisos.
No entiende. Esta sola. Llora mucho.
No llama a su familia, no llama a nadie.
Llora, llora mucho.

Los tiempos van despacio.
Pasa un año. Pasa el juicio.
La condenan a 15 años de cárcel por delitos contra la salud y le asignan a una trabajadora social.
En la prisión, le enseñan a planchar la ropa de la lavandería.
Le pagan por ello.
Políticas de reinserción, les llaman.
Pasa más de seis meses en su celda, en su prisión, con sus rutinas, ahorrando su dinero.
No entiende nada; pero ya no se siente tan desolada.
Sigue sin saber de su familia, por vergüenza, por pena, por miedo.
Se va acostumbrando.
Llora menos.

A los dos años largos en prisión, la trasladan a otra penitenciaría.
No conoce a nadie, no importa. Está tranquila. Se ha acostumbrado.
La asignan a una nueva celda compartida, no mejor que la otra, pero igual de limpia.
Le dan ropa, comida, agua caliente, jabón, toallas, una cama limpia.
Le asignan una rutina diaria.
Ya no llora. Trabaja y gana dinero, lo manda a su familia.

Conoce a una paisana. Es nueva.
Pide hablar con la trabajadora social.
La cambian a otra celda, con la paisana.
Ya tiene con quién platicar. La aconseja, la ayuda.

Aprende a trabajar el pan.
Trabaja en la panadería y en la lavandería de la prisión.
Empieza a ganar 100 euros al mes.
Le permiten tener un día de descanso.
Puede jugar volibol en el patio.
Puede ir al cine de la prisión.
Puede escribir cartas y recibir paquetes.
Tiene un médico si se enferma.
Ya no llora.

Lleva seis años encarcelada.
Ya aprendió a hablar español.
Ya aprendió también a cocinar.
Su amiga le enseñó a dar masajes.
Da masajes a las otras reclusas.
Ahora gana unos 250 euros al mes.
Los manda íntegros a su mamá.
Desde esta prisión a 20 000 kms. de distancia, mantiene a sus hijos y a su madre.
Le faltan cuatro años para terminar de pagar un pequeño departamento en su pueblo natal.
Para su mamá ella es libre y trabaja en España, se siente orgullosa de su hija.
Sus hijos la respetan, la admiran, la quieren.
Lleva seis años en la cárcel.
Ya ha pagado también la deuda al embaucador.
Lleva seis años en la cárcel.
A veces ríe.

Ha pasado un año.
Hoy cumple su séptimo año de prisión.
Está triste.
Muy triste.
Ha recibido una noticia.
Lleva siete años en la cárcel y le faltan ocho para salir.
Está muy triste.
El Gobierno ha dicho que ya no hay lugar en las cárceles. Necesitan más espacio para los reclusos nacionales.
Esta triste, muy triste.
Los reclusos extranjeros con condenas largas, podrían ser repatriados a los tres años de sentencia cumplida, para que terminen de cumplirla en su país.
Es su caso.
Está muy triste.
Quiere terminar de pagar su piso. Le faltan cuatro años.
Sólo cuatro años.
Quiere seguir trabajando en la prisión ocho años más, para ahorrarlo todo.
Ocho años...para ahorrarlo todo.
Está en verdad muy triste.
El gobierno quiere mandarla a cumplir el resto de su condena a su país.
En su país el tráfico de drogas se castiga con la muerte.
No quiere regresar.
Quiere seguir manteniendo a sus hijos y a su madre.
No quiere dejarlos desamparados.
Quiere terminar de pagar su piso y ahorrar.
Quiere terminar de cumplir su condena aquí.
No quiere regresar.
No quiere regresar.
No quiere salir de prisión.

2 comentarios:

Miranda Hooker dijo...

De cómo la historia personal se enreda, desenreda y ahorca lentamente con los hilos de la política. Una verdad, que en Latinoamérica, es el pan de cada día. El único, a veces.

Paulina Salazar dijo...

Es una realidad lamentable y cierta en este pais y Amecica Latina, más amor, seguridad y comprensión deberiamos tener a nuestras hijas y enseñarles que no importa que tan mal vayan las cosas siempre sera mejor contar con la familia.
A lo mejor no mejora la situación economica pero no afecta su vida..