lunes, 3 de agosto de 2009

Extremos

Al principio, uno ni tiene dientes ni controla los esfínteres.
Al final tampoco.

Al inicio, uno necesita de las atenciones del prójimo.
Al final también.

Al principio, uno tiene miedos injustificados.
Al final también.

Al inicio, uno no ve el futuro con claridad.
Al final tampoco.

2 comentarios:

Miranda Hooker dijo...

A mi por eso me fascina el cuento de El curioso caso de Benjamin Button.

Algún sentido tendrá semejante vulnerabilidad. Será que me ciegan los treinta, pero yo le tengo mucha más paciencia a los bebés que a los viejos.

Por lo menos los bebés están abiertos a aprender.

Ana dijo...

No estoy al principio y espero no estar al final pero...

me faltan varias muelas y muchas veces llego al baño de milagro,

sigo necesitando las atenciones del prójimo,

tengo miedos injustificados,

y no veo el futuro con claridad

No sé qué pensar.